martes, 20 de septiembre de 2011

CUESTIÓN DE VALOR, CUESTIÓN DE RESPETO (Página nº 269)



La Educación hace tiempo que dejó de ser un valor real. Podemos culpar a quienes queramos, los padres, los profesores, la sociedad, los gestores políticos, y en el fondo tendremos parte de razón en cada opinión. Pero sólo parte. Y además es lo que menos importa, marcar el culpable o los culpables, porque el daño está hecho. El verdadero valor de la Educación ha quedado relegado por el uso político a la que se ha sometido, por el uso asistencial al que se le ha abocado, por una carencia vocacional y hasta profesional de parte de los docentes debido a un plan formativo inadecuado, por un sistema laboral que no estimula la formación y desprecia la excelencia, por un desprestigio continuado que ha terminado por socavar los principios educativos más elementales. Todos somos culpables, aunque cada sector prefiera señalar al resto para no asumir la propia responsabilidad.

Puede que ahora nos rasguemos las vestiduras pero llevamos veinte años advirtiendo la deriva de utilizar la educación como arma política, de soportar los vaivenes interesados sin escuchar mínimamente a los docentes, exponiéndolos a la intemperie de una crítica basada más en prejuicios que en realidades, alentando la indisciplina y el absentismo, incluso el abandono. No se da valor real a la Educación porque, desde hace años, se le ha faltado al respeto instrumentalizándola sistemáticamente. Y no lo digo yo, tan culpable como cualquiera, lo piensa cualquiera que estime mínimamente el valor de la Educación para el desarrollo personal.

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