OBJETIVIDAD (Página nº 28)

Posiblemente lo breve del comentario me impida expresar realmente lo que quería decir. Hablo de cómo uno se acerca al personaje. No es lo mismo cuando no conoces al protagonista personalmente que cuando juzgas a alguien con quien convives o frecuentas, y no lo es porque pretenda tratar más favorablemente a éste último respecto al otro sino porque cuando no conoces a alguien puedes objetivar mejor la crítica del hecho en tanto que si media conocimiento, amistad, familiaridad, trato, es complicado separar el hecho del protagonista porque sabes cómo piensa, cómo se expresa, cómo respira, y eso, como dije, complica la distancia que exige la objetividad.

Es decir, mientras en otros sólo conocemos sus intervenciones públicas y carecemos de referentes personales, pues ya sabemos que en ellas hay mucho de pose, en los que tienen algún vínculo social, laboral o personal podemos apreciar muchos matices que luego perturban una visión rigurosamente objetiva, que alteran, incluso inconscientemente, el juicio neutral.

Y no es que con ello, como dije, pretenda justificarme, sino que es un reconocimiento explícito de que uno no puede sustraerse del todo a ese conocimiento previo cuando tu relación es habitual. Sí, por supuesto, puedes criticar la declaración, el acto, el hecho concreto, pero he de admitir unos condicionantes que me molestan pero que son en ocasiones inesquivables pese a mi voluntad.

Y hay otro aspecto, aunque sería meternos en disquisiciones más complejas, y es que juzgamos desde nuestro punto de vista y por lo tanto ya marcamos como línea de referencia que nosotros estamos en lo cierto y no los demás. Cuanto más capaces seamos de entender que nuestra visión de la realidad es una más, que la confrontación con otras nos descubriran matices no analizados o desdeñados alegremente, más podremos corregir nuestra visión y ampliarla y más cerca estaremos de esa imposible objetividad.