No sé si éste sería el título más adecuado. ¿La verdad fingida?, ¿la mentira adornada?. El caso es que en muchas situaciones se fuerza la impostura y la pantomima en eso que se llama salida honrosa, una especie de acuerdo para guardar las formas y aparentar lo que no es. Y cuenta con la connivencia de quienes la fuerzan y que se prestan al juego , suelen decir, para no perjudicar a la institución o para no generar conflicto, aunque en el fondo, seamos claros, todo forme parte de la ocultación final que se persigue.
¿Y por qué cuento esto? Es sencillo. La explicación de la dimisión del Presidente de la Junta de Hermandades de Daimiel la semana pasada sonaba a todo eso porque carecía de credibilidad, la explicación era forzada y llamaba a la desconfianza. Mas que una dimisión voluntaria sonaba al típico me voy un segundo antes de que me echen. Y lo cierto y verdad es que, por lo que me han contado, hay mucho más de esto último que de un acto meditado y voluntario, más de una invitación a irse que de una marcha generosa.
Sin embargo, al final, se suele optar por este numerito de dignidad e intercambio de halagos, tan absolutamente hipócrita como inadecuado. Se silencia a la par que se cree solucionado el problema y todos parecen conformes. Pero de esas mentiras, de esos ocultamientos, provendrá siempre el descrédito, la desconfianza, la sospecha. Y la suma de todos estos actos de hipocresía terminan siendo el caldo de cultivo para que la sociedad aliente la suspicacia y el recelo.
No creo, aunque respeto tu opinión, que haya que meter a toda la Junta de Hermandades como ocultadora de la verdad de este individuo, puesto que tarde o temprano se sabrá todo, por lo que no creo que tengan mucho interés, ya sean hermandades o la propia iglesia, en ocultar un secreto a voces.
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