SEGUNDA EDICIÓN DE "EL BOSQUE DE LA GRANJA" (Página nº 1748)

Apoyar iniciativas de este tipo, a pesar de no poder participar en ellas por problemas de tiempo, me parecen una obligación moral y un placer, incluso aunque valga para que alguno me califique de ecologista con intención despectiva. Porque los organizadores de "La Granja Festival" iniciaron la senda, el pasado año, de plantar árboles que, simbólica pero efectivamente también, compensaran la emisión de CO2 que ocasionara la celebración de dicho festival. Y como creo que ya plantar un solo ejemplar merece un aplauso a la iniciativa pues valgan estos cien aplausos que hoy mismo se aprestan a recibir de mi.

Y tal como hicieran el pasado año con los tarayes en el entorno de Navaseca, en la que era convocada cualquier persona que quisiera sumarse a esa planta de ejemplares con la sola condición de llevar los apichusques necesarios y la buena recompensa de una comida típica y música para amenizar, este año repiten experiencia cambiando de entorno, tipo de árbol, lugar de comida y grupo musical pero manteniendo el mismo espíritu que les guió en la primera edición. Y agradecer también el respaldo del ayuntamiento al evento incluso en la gestión por los ejemplares de pangino que se utilizarán para este acto simbólico.

Y aunque para el del comentario ser ecologista parece ser un desdoro protagonizado por peluzones barbudos con camisas de cuadros y mozas poco aseadas y sin depilar, que necesariamente han de moverse a pie o en bici y prescindir de casi cada avance científico, hoy se acercarán allí gente de todo pelaje, personas a las que les auna un sentido responsable sobre la naturaleza y un deseo de concienciar a los demás sobre el respeto al entorno, y por tanto merecen mucho más mi respeto que todos aquellos que con sus comportamientos no suman sino que restan calidad de vida real a nuestras existencias.

¡Muchas ediciones del festival y muchas plantaciones os deseo desde aquí!

¡Y gracias!