martes, 15 de enero de 2013

ME ENCANTA DAIMIEL / ME MATA DAIMIEL (Página nº 1577)

Como ya dije participo del evento de facebook "Daimiel me encanta", en lo que entiendo, la participación y seguimiento de los eventos de este tipo, que es una las cosas positivas que encuentro en esta red social y que me hacen permanecer. Sin embargo hoy me he encontrado, entre las imágenes, con el otro Daimiel, el que me mata, ese otro en el que asoma su lado oscuro, el que nos devuelve a la realidad sin edulcorar porque su potente evidencia nos hace saber que no podemos volver la cabeza e ignorar lo que también es nuestro pueblo y cuyo vestigio sólo consigue indignarnos.

Se trata de una foto, en el entorno del Cerro de las Cabezas, convertido en un vertedero más, de las decenas de puntos negros repartidos por nuestro entorno, que habla también de que entre nosotros habitan personas que no ignoran lo que hacen sino que son plenamente conscientes de sus obras y que desprecian las normas básicas de convivencia, respeto al medio y a los demás, y no dudan en convertir cualquier espacio en depósito de basuras, escombros, materiales de probada toxicidad, muebles o electrodomésticos. La capacidad destructiva de un necio, y aún más de un irresponsable, es de un impacto evidente. Sumen necios e irresponsables, que los hay por decenas en nuestra localidad viendo el aspecto de muchas zonas del entorno, y ese impacto se vuelve colosal. Y lo triste es que ese impacto negativo de unos pocos vale por el positivo de otros muchos porque la capacidad de deshacer y destruir es mucho más eficaz, rápida y poderosa que la de crear y construir.



En este caso, además, pueden verse material disperso como uralita, un tipo de escombro especialmente delicado por su componente cancerígeno que incluso ha de ser retirado por empresas especializadas y de modo selectivo, lo que dice a las claras qué clase de gente también vive entre nosotros. Y no cabe negar que eso también es Daimiel, que no es ocultable ni debe saldarse con el habitual discurso político de unos y otros que suelen atribuir a casos aislados e ignorancia sin mala intención lo que no lo es, porque en cualquier caso cualquier actitud minimizadora agrava la situación si introduce la condescendencia y la tolerancia ante situaciones que jamás las merecen.

Realmente en ese "Me encanta Daimiel" la foto, necesaria, es como una pedrada en la frente porque a nadie puede encantar tal imagen local y sería más propia de otro evento, "Me mata Daimiel", que recogiera la historia local de la infamia, esa otra parte de nuestra historia, la que no queremos ver pero que nos salta a la vista con terca insistencia porque también es abundante, demasiado frecuente para lo que sería deseable.

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