FÚTBOL Y POLÍTICA (Página nº 1132)

El comentario era el siguiente:


TOTEM ¿No te parece muy grave que cuando media provincia de Valencia es una brasa Cañete no haya aparecido por allí y Rajoy esté viendo el fútbol en Kiev?
¿Con el PP en el poder se repetirá otra vez lo del Prestige ?


¿Qué esperar de ellos? Los políticos siempre se suben al carro de los triunfos, tratan de rentabilizarlos para sí, se sumergen en el protocolo más bostezante y cateto como si formaran parte de la victoria y disfrutan chupando cámara todo lo que puede. Lo han hecho siempre, unos más que otros, y lo han justificado diciendo que tienen obligación de estar allí porque representan a los españoles.


La gilipollez es excelsa porque, en realidad, los representarían igual estando en su tarea, ocupándose de los verdaderos problemas de la gente, representando a los pobres, los parados, los pensionistas, representando a los que les suben el gas, la luz, el transporte, representando a los que cierran sus negocios, a los que les quitan la casa, a los que suprimen sus escuelas, a los que pagan más por sus medicinas, a los que se les queman sus bosques y vivendas. Los representarían igual y nos ahorraríamos el coste de llevarlos a Kiev hoy, a Londres mañana,  para salir en la foto y decir las mismas palabras de siempre, absolutamente prescindibles.


Los políticos están para resolver los problemas de la gente, para gestionar los recursos, para legislar. Lo de presidir palcos y representar al país, estando como estamos, está de más, sobra, porque ganar la eurocopa ni resuelve problemas, ni gestiona recursos ni legisla nada, porque tras el pan y circo y el desinflado de la euforia nada arreglará.


Es terrible que no asomen cuando hay situaciones de alarma, cuando se requiere de ellos, cuando es más imprescindible estar aquí que celebrando unos goles con traje y corbata. Nos alegramos del triunfo sin necesidad de estar allí y mientras el fuego, y acaba de empezar el verano, arrasa miles de hectáreas en varias zonas del país.


Da igual que sea Rajoy, desde la objetividad está haciendo casi lo mismo que sus predecesores, lo que ocurre es que uno ya está harto de que prevalezca en sus agendas ese culto a asociar los triunfos a sus presencias, ese gusto por apuntarse al carro ganador y buscar el relumbrón que para nada les corresponde. No los creo peores que los que estaban antes, en estos asuntos, porque son tan rematadamente incompetentes que necesitan del fulgor y la gloria anodina de los palcos, incluso a costa de olvidar el peso de sus verdaderas obligaciones.


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