Leo en El País que la poderosa multinacional BASF, dedicada, entre otras cosas a la investigación y comercio de los productos transgénicos, ha decidido cerrar sus laboratorios genéticos en Europa y trasladar su sede central de Renania, Alemania, a Carolina del Norte, Estados Unidos, debido al rechazo que los productos transgénicos tienen entre los europeos y la baja demanda de sus productos en nuestro continente.
Según el diario "Europa no es continente para transgénicos. El rechazo social y político en muchos países ha dejado a la UE muy atrasada en este terreno. Y el anuncio de que la multinacional alemana BASF trasladará a EE UU y a América del Sur la mayor parte de sus investigaciones sobre transgénicos es el último síntoma de la victoria de ecologistas y grupos de consumidores en esta dura pugna. De las grandes del sector, solo Bayer mantiene centros de investigación en Europa."
Pero lo que más me ha llamado la atención, no porque no lo imaginásemos sino porque fuera de ser una sensación nuestra se refleja que es una realidad para los propios productores de transgénicos, es el siguiente párrafo de la noticia:
"Los productos modificados genéticamente “no encuentran suficiente aceptación en Europa” para justificar las inversiones. Solo España, dice, “es aparentemente excepción”. Pero en conjunto “el mercado europeo es demasiado reticente” para que sea rentable.", en palabras de la portavoz de la empresa alemana Julia Meder.
Y es que queda claro el papel de "Tonto de Europa" que por diversas circunstancias, como esta de los transgénicos, nos toca asumir habitualmente. Y es que apenas 6 paises producen transgénicos en Europa ( España , lider en maíz resistente a la plaga del taladro, la República Checa, Portugal, Rumania, Polonia y Eslovaquia) y varios del resto de países hasta han prohibido la compra de ese tipo de maiz producido en España. Y ese título de "Tonto de Europa" nos corresponde con cierta legiimidad no sólo por liderar ese tipo de cultivo sino porque, además, tenemos las leyes menos restrictivas de Europa y somos tal chollo que podemos permitir proyectos experimentales al ladito de un parque nacional como el de Las Tablas de Daimiel y con todo el secreto del mundo, incluso amparado por el concejal de turno, sin inmutarnos y prefiriendo desconocer las consecuencias que podrían tener en el entorno.
Dejo el enlace a la noticia porque, al margen de la reseña mencionada, me parece interesante y, también, una buena noticia para los que dudamos o, en algún caso, abominamos de este tipo de cultivos y experimentos:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/01/17/actualidad/1326833717_559262.html
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