viernes, 9 de septiembre de 2011

LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y DE LOS PECES (Página nº 235)



Ayer discutía con un familiar, casi acaloradamente, sobre la conveniencia de publicar la Declaración de Bienes, Actividades y Rentas de los representantes políticos. Mientras él defendía que a nadie le importaba su patrimonio y sueldo/s sino su labor y que ya estaba Hacienda y la Fiscalía para averiguar las irregularidades o aumentos sospechosos de patrimonio yo mantenía que sí era necesario conocer las ocupaciones, ingresos y patrimonio de quienes nos representan y toman decisiones trascendentales, incluso en el aspecto económico, además de que esa información pudiera ser tomada en cuenta a la hora de depositar la confianza en un candidato. Además mantenía que lo importante no era el dato puntual sino poder comparar también con las futuras declaraciones y las pasadas, aunque estas se nos han hurtado, y que los órganos fiscalizadores dejan, a mi entender, mucho que desear al depender el nombramiento de los principales responsables del propio poder político.

El problema, desde luego, no es el patrimonio de cada cual, ni siquiera aunque nos resulte llamativo, tanto por lo elevado como por lo rácano de esos bienes y rentas, porque en la mayoría de los casos desconocemos la trayectoria previa del diputado o senador, la carrera profesional antes de llegar a la política, el patrimonio proveniente de herencias, el propio status familiar, su capacidad de ahorro o inversión o su afán de gozar de la vida manteniendo un mínimo de seguridad. Pero es bueno conocer esa progresión o regresión de una legislatura a otra y el detalle que arroja cuestiones llamativas y curiosas. Y es cierto que en los casos de personas conocidas por ser de la localidad o provincia interviene un mayor conocimiento de esa trayectoria y puede haber algo que no nos cuadre.

Lo cierto es que viendo como se prolongaba la discusión tan en criterios tan paralelos que no se aproximarían nunca aproveché que mi interlocutor me preguntaba para qué quería saber yo el patrimonio y sueldo de Bono, por ejemplo, y por relajar le contesté: ¡Para que nos cuente como consigue la multiplicación de los panes y los peces y poder hacer lo mismo! y añadí, por elevar la broma, ¡y lo del pelo también!, aunque afortunadamente la genética me ha tratado esplendidamente en lo capilar. El resultado fue el esperado, unas risas y una vuelta a la calma. Seguí diciendo que me gustaría saber cómo, tras treinta años de actividad política y apenas unos pocos de actividad empresarial, había acumulado ese patrimonio de viviendas, fincas rústicas, pisos para sus hijos, empresa hípica y hasta colaboración necesaria para tiendas de joyas y poder aplicar a mi economía personal, pero también a la regional y la nacional, aunque ya se ve que él en Castilla-La Mancha no lo hizo, esa fórmula mágica que tan bien le ha ido en el terreno personal.

No sé si convencía a mi pariente pero, al menos, reimos un buen rato.

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