UNA PERSONA, UN CARGO (Página nº 851)

Proliferan aquellos políticos que compaginan alcaldía y Senado o Congreso, que ejercen a la vez de primeros ediles y diputados o senadores, por poner sólo un ejemplo, y entiendo yo que ambas responsabilidades, sin ser incompatibles legalmente, interfieren claramente la una con la otra porque evita que la dedicación exclusiva que se ha de suponer a un alcalde que cobra por ello sea tal cuando durante varias jornadas a la semana o la quincena debe estar en otro lugar y realizando otra labor que también debería exigir esa exclusividad.

Yo no sé si será fruto de la mediocridad colectiva, o del ansia personal, que los partidos terminan tirando siempre de las mismas personas que acumulan cargos que terminan por ir en detrimento de los ciudadanos, pues es indiscutible que no puede ser igual una dedicación exclusiva a un puesto que la necesidad de repartir el tiempo y la energía en puestos de cierta exigencia. Porque es indudable que no basta delegar en cargos inferiores cuando los votantes le han dado la responsabilidad de ser él y no otro quien atienda el total de sus obligaciones como alcalde, de que esté allí, al pie del cañón, atendiendo a los ciudadanos y tratando de resolver los problemas de la ciudad y no a cientos de kilómetros, calentando escaño y ocupado en otras cuestiones escasamente municipales.

Desde luego yo estoy convencido de que cada persona debiera ostentar un solo cargo remunerado, implicarse en él y dejar de andar repicando y en la procesión. Resulta casi obsceno estando las cosas como están que el pastel político se reparta entre los mismos y no tengan el menor rubor en acaparar cargos que, insisto, me parece que interfieren el uno con el otro.

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