Ver llover, nevar en algunas zonas, tras meses sin precipitaciones, depara una alegría que, en otras circunstancias, hace un par de años sin ir más lejos, produciría hartazgo. Porque la falta de lluvias en una época normal para que se sucedan termina por pesar sobre el ánimo de las gentes que miran al cielo no entendiendo por qué las nubes se resisten a descargar en estos lugares donde tan necesaria es, donde tanta falta nos hace.
Por eso, aunque la grisura se ha apoderado del día, y ese rastro de melancolía que nos suscita la ausencia del sol termina por imponerse, uno se siente atraído por anclarse a la ventana y disfrutar de esa lluvia fina pero constante que abre paso a pequeños charcos y parece enseñorearse de los espacios que quedan bajo nuestra mirada. Bendita agua, despreciada cuando nos sobra y anhelada cuando escasea. Es difícil que en estas circunstancias de sequía esa cortina húmeda no nos arranque un brillo en los ojos y una sonrisa de satisfacción. Y más cuando sabemos que estas precipitaciones se extienden por toda esta geografía manchega tan demandante de lluvia y que, además, las previsiones nos cuentan que continuarán durante las próximas horas.
Ya sé que no será suficiente, que se sucederán muchas jornadas después sin que la lluvia vuelva a visitarnos y que el balance de este año hídrico será significadamente seco. Quizá por eso esta letanía de gotas contra el suelo, por esta vez, suena a cadencia melodiosa, alegre, muy grata.
Sí, agua, bendita agua.
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Que llueva que llueva
ResponderEliminarLa virgen de la cueva
Los pajaritos cantan
Las nubes se levantan
Que si que no
Que caiga un chaparrón
Encima de Ramón
Te felicito comosiempre, por lo bien que escribes
ResponderEliminary por la foto de la lluvia en la ventana.
¡ Cuidemos el agua,que es un gran tesoro!
Pilar