domingo, 11 de diciembre de 2011

UN ASPECTO DE LA CONDICIÓN HUMANA Y PROFESIONAL (Página nº 538)

Esta noche he ido al Teatro Ayala para escuchar a la Orquesta Filarmónica de La Mancha. Sabía que actuaban algunos daimieleños por la información que aparecía en daimiel.es pero mi sorpresa era encontrarme a Isabel, una de mis primeras alumnas al llegar definitivo a mi colegio actual, una chica, entonces, especialmente despierta, ávida de aprender, muy superior al resto de compañeros en aquel Primer Curso de Primaria. Se sentía capaz de todo, y demandaba algo más de lo que allí trabajábamos, hasta el punto de que ya entonces me traía multiplicaciones por dos o más cifras, incluso divisiones, para que yo pudiera ver su capacidad.

Estuvo tres años conmigo durante el colegio y en ese periodo se inició en el estudio del violín, una más de las actividades que abordaba fuera del tiempo académico obligatorio. A tan corta edad no les cuesta tanto transmitirte su ilusión, contarte sus avances, porque aún no es tiempo de caparazones adolescentes.

Después marchó al instituto, la veía de vez en cuando pero ya apenas sabía de ella más allá de saludarnos por la calle. Y por eso, al verla sobre el escenario, formando parte de esa orquesta, he sentido un cierto orgullo que no me corresponde pero que no puedo evitar, la satisfacción de haber aportado algo, por poco que sea, a su formación, a su manera de entender la vida.

Pero al tiempo, y en la pausa entre partes, he pensado que nos atribuimos fácilmente una pequeña parte del éxito de aquellos alumnos que destacan en algo pero que, sin embargo, solemos evadir cualquier responsabilidad sobre aquellos otros que fracasan, como si lo hicieran a pesar nuestro. Es la condición humana, personarse en los éxitos aunque juguemos un papel a veces residual y escaquearse en los fracasos, incluso cuando hemos tenido que ver más de lo que nos gustaría reconocer. Y esto es algo extensivo a todos los ámbitos, está en nuestro ser vanidoso.

Sin embargo la parte más dolorosa de este mi trabajo es darnos cuenta de que, en algunos casos, no hemos hecho, unos y otros, lo suficiente, y arrostrar la parte alicuota de responsabilidad que no podemos evadir. Porque de ellos también sabemos después aunque no nos los encontremos sobre un escenario o con éxito en su faceta laboral, y cada vez que les vemos, que la vida nos cruza, nos asalta esa idea de que pudimos hacer algo más por ellos de lo que hicimos y que también somos copartícipes de su situación como nos sentimos respecto a quienes salen adelante con brillantez.

Y es que viendo a Isabel no he podido evitar pensar en todos aquellos alumnos que, junto a ella, formaron mi primera clase en el Infante y en el devenir de cada uno de ellos, a los que en aquella edad conocí muy bien y de los que ahora, cuando frisan la mayoría de edad, apenas conozco casi nada.

::+::

2 comentarios:

  1. Qué grata ilusión me ha hecho leer estos párrafos... ¡No todos los días se ven cosas así!
    Lamento no haber podido contestar antes, pero entre los exámenes, el conservatorio, las orquestas y demás líos no he tenido mucho tiempo que digamos. Pero bueno, ahora entre polvorón y turrón claro que hay tiempo. Más vale tarde que nunca, ¿No? :)
    Sorpresa la mía al percatarme de lo escrito por mi profesor Don Javier, aquel “profe” que tanto me enseñó. Aquella persona que me instruyó en las primeras nociones del aprendizaje, en aquel iluso mundo de las multiplicaciones y divisiones “de las difíciles” (al ser de más de una cifra). En aquel mundo donde comencé a relacionarme con mis primeros exámenes, (desdichadas pruebas que tan nerviosa me ponían, y aun ahora, en ocasiones, lo siguen haciendo.)
    Aún recuerdo, como deseaba todos los viernes que llegara la última hora para jugar al dichoso bingo tan peculiar. Era sin duda, la mejor hora de la semana. Anhelaba con fuerza que todos los “numeritos” me salieran para así poder conseguir el típico “huevo kinder” que siempre otorgaba Don Javier al ganador del juego.
    Sí, es cierto, de pequeña, siempre andaba divulgando las operaciones u otros deberes que pudiera hacer, siempre oscilando de un lado hacia otro (aunque bueno, en eso he cambiado más bien poco) y generalmente intentando hacer todo lo mejor posible. ¿Por qué? Porque gracias a vosotros, a los profesores, y como no, a mis padres he recibido desde “chiquitita” una educación de la cual me siento plenamente orgullosa. Gracias al aprendizaje, al conjunto de valores y principios que me habéis inculcado. Gracias a cada una de las clases, de las conversaciones y de la motivación e incitación para conseguir “ser alguien” el día de mañana. Resumiendo, para tener un futuro digno.
    Me ha agradado mucho el ver esta entrada en tu blog, pero siento decirte que en la frase: “un cierto orgullo que no me corresponde” discrepo totaaalmente. Lógicamente ese orgullo te corresponde, a ti, al claustro de profesores que me impartieron clases en el Infante Don Felipe, y a todo el conjunto de docentes que han sido y son mis profesores actualmente.
    Por lo tanto, “el atribuirse una parte del éxito de los alumnos” pienso que es lo más natural que puede haber.
    Éxito, término un tanto complicado de conseguir al día de hoy en la situación tan agraviada en la que nos vemos sumergidos... Pero generalmente, antes de pensar en la imposibilidad de cualquier cosa, prefiero pensar en su improbabilidad para así no dejar nunca al margen la opción de luchar por aquello que se quiere lograr.
    Bueno, con todo esto, me despido ya. Recuerdos para Don Domingo, Doña Angelita, Don Manuel, Doña Gema, Don Benjamín, Don Juan Manuel y bueno podría pasarme así un buen rato, con lo cual para resumir, recuerdos para todos en general. ¡Un abrazo!
    ¡Espero poder coincidir en alguna que otra más!
    Esos recuerdos del “cole” siempre quedarán grabados... :)
    Fdo: Isabel Hidalgo.

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  2. Isabel, también es grata, muy grata, tu respuesta. Uno nunca conoce el alcance de este blog porque, en el fondo, algunas de las entradas las escribo para mí mismo pero en voz alta, intentando verbalizar muchas de las reflexiones que me ocupan, y si he de ser sincero no esperaba tu respuesta y eso me produce aún más ilusión.
    Te agradezco mucho estas pàlabras para mí y para los profesores en general y me alegro muchísimo comprobar que sigues pudiendo con todo.
    Un abrazo.

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