Hemos construido grupos, clanes, sociedades, casi como para contrarrestar nuestra tendencia al egoísmo. También, claro, por necesidad. Pero es obvio que el individualismo se somete a un principio de egoísmo relevante que introduce, generalmente, el conflicto en esos espacios grupales que construimos. Incluso, a veces, sobredimensionamos el valor colectivo para sofocar nuestra natural tendencia egoísta, hacia el individualismo, para intentar sujetar ese ramalazo que, sin embargo, suele terminar asomando.
Desde mi punto de vista se suele enfocar todo desde esta premisa individual y haciendo prevalecer valores egoístas en nuestro posicionamiento ante la realidad. No solemos movilizarnos por aspectos que afectan a grupos si no sentimos que también nos afectan a nosotros, incluso sabiendo que son injustos, molestos, inaceptables para los demás. Medimos el alcance y la acción en función de que nos sintamos directamente víctimas e ignorando todo cuando afecta sólo a otros no vinculados.
El otro día escuchaba a un pensionista decir, sobre los recortes a los funcionarios que se anunciaban, "mejor que se lo quiten a otros que a nosotros" Es evidente, pero deja de serlo para ellos cuando el recorte afecta a su hijo funcionario o a su mujer cuando se re barema la ley de dependencia y la deja fuera. No se valora si son justos y necesarios esos dos tipos de recortes sino que sólo se tiene en cuenta si nos pilla a nosotros o no.
Uno ha vivido muchas situaciones y está claro que la mayoría de personas sólo actuamos con un concepto egoísta de la realidad y mientras desdeñamos implicarnos en cosas que afectan a nuestro entorno pero no directamente a nosotros en cuanto somos nosotros los afectados o los nuestros exigimos a los demás implicación y criticamos abiertamente su desafección solidaria.
No hay un verdadero sentido social, colectivo, que nos haga actuar como mayoría. Se lo encargamos a otros y nos liberamos así para poder culpabilizarlos de los errores o minimizar sus aciertos, para poder exculparnos desde el egoísmo. Exigimos más luces en las calles, pero no en mi fachada; más contenedores, pero no delante de mi casa; más aparcamientos, pero en la acera de enfrente; más lugares de ocio, pero lejos de mis ventanas; más árboles, pero nunca en mi calle que se pone todo de hojas... y así un montón de ejemplos, y para protestar entonces sí buscamos la compañía y vamos en comandita para hacer más fuerza ante el alcalde o el concejal. Si le pasa a otro decimos "¡es su problema!" y si nos pasa a nosotros decimos "¡tenemos que hacer algo!", ¡¡¡tenemos!!!.
Lo dijo Ortega y Gasset, “el dolor de muelas del prójimo es un presunto dolor. El mío, en cambio, es incuestionable”, porque en esencia el ser auténtico es, dijo también, soledad radical, y sin embargo intenta salir de ella con otra posición radical, la compañía, como una manera de escapar de su verdadera naturaleza. Y yo admiro, por eso, a esas personas que logran hacer prevalente su afán colectivo sobre su instinto egoísta e individual y movilizarse por aquello que directamente no les afecta pero que saben que es necesario y justo.
Frase del día
ResponderEliminarSer estúpido, egoísta y estar bien de salud, he aquí las tres condiciones que se requieren para ser feliz. Pero si os falta la primera, estáis perdidos.
Gustave Flaubert (1821-1880) Escritor francés.
Frase del día
ResponderEliminarLa gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre.
Ernest Hemingway