Me cuentan que hay quien se pregunta de qué partido o posicionamiento politico soy simpatizante. Ya otras veces había ocurrido e, incluso, en algunos comentarios hay quien ha dado en situarme a uno u otro lado, como si hubiera una necesidad de ubicarme en algún lugar definido en vez de limitarse, quizá, a valorar lo escrito. Por eso, cuando criticaba decisiones del PSOE algunos me desplazaban a la derecha y poco menos que me creían dentro de una estrategia predeterminada por los "populares". Después, cuando cambió el gobierno, me acusaron de bacín progubernamental y con escasos días de diferencia de persecución contra esos mismos. Para otros parece ser que soy el que dicta las preguntas a IU al modo de un ideólogo en la sombra. Y me temo que de haber más grupos políticos en el Ayuntamiento de Daimiel hubiera corrido la suerte de nuevas "afiliaciones" ideológicas. Pero todo es mucho más sencillo.
En realidad nunca he militado en ningún partido ni en tenido relación ninguna con alguno de ellos. Ni me han buscado ni yo les he salido al encuentro. Sólo me interesa la política como elemento que me afecta en mi condición de ciudadano y nunca me he dejado arrastrar por una ortodoxia ideológica puesto que no entiendo otra cosa que la aplicación del sentido común. El mío, claro, que ni es infalible ni tiene más valor que el de los demás, y esa heterodoxia hace que me posiciones ante la realidad sin seguir ningún estandar ideológico rígido ni sentirme atado por aparentar lo que no soy.
Lo he dicho muchas veces, critico decisiones y trato de objetivizar los argumentos, que no quiere decir que sea objetivo pero sí que lo intento. Me es muy difícil astraerme de aspectos personales y ya he reconocido que, a veces, los prejuicios también juegan en mi contra aunque peleo contra ellos.
No soy de derechas o de izquierdas, pues, en el sentido limitador de esos términos que plantéan un enfrentamiento irreductible. No necesito adscripción porque mi opinión no la someto a esos términos sino al criterio independiente de mi forma de ver cada cosa, y eso me concede la libertad para escribir lo que pienso y siento sin ningún tipo de ataduras ni sumisiones doctrinales. Y eso me permite también la libertad de no discutir con nadie, sólo confrontar ideas sin interés proselitista, porque a nadie trato de convencer y me siento cómodo con cualquier persona sin mirarle la matrícula.
Supongo que hay personas que renuncian a leer, escuchar o ver otros medios diferentes a los que tienen mejor acomodo para sus ideas. Yo no dejo de acceder a cualquier prensa, radio o televisión, ver cómo se plantéan de forma tan distinta los mismos hechos y luego poner mi carga crítica a trabajar sobre esa información. El mundo es más amplio que esas orejeras de derechas e izquierdas a las que no son necesario, sólo cómodo, adscribirse. Y aunque tengo más de progresista que de conservador la realidad suele demostrar que las etiquetas no significan nada relevante ni son garantía que merezca la pena considerar.
Un saludo a todos, ubicados o desubicados, que ésta es sólo una opinión como hay cientos. Pero como es la mía al menos trato de que sea argumentada ya que la comparto con quienes la quieran leer.
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