Hay quienes creen que la cantidad necesiamente baja la calidad y recurren a ejemplos sonrojantes como decir que antiguamente los maestros o profesores tenían el doble de alumnos y salían muchos universitarios. Lo siguiente, claro, es afirmar que ahora que hay muchos más maestros éstos son peores y bajan la calidad de la enseñanza, como si se ignorase que dicha "ecuación" está mal planteada.
Los muchos años de docencia me han hecho coincidir con algunos de aquellos maestros, muchos ya desaparecidos, que tenían en sus aulas treinta, cuarenta y hasta cincuenta alumnos, que carecían de casi cualquier recurso pedagógico fuera de lo más elemental y desarrollaban su trabajo con mucho de voluntarismo para solventar las carencias. A ninguno de ellos les oí jamás alabar aquellas condiciones ni estimar que aquella escuela fuera mejor o más productiva porque todo lo más regresaban a esos momentos para destacar el sacrificio que les supuso y la dureza de esas condiciones. Todos ellos, al contrario, se felicitaban al ver como las condiciones habían ido mejorando sensiblemente y repercutiendo en una forma de trabajar menos precaria y más eficaz.
También eran personas capaces de reconocer que la formación de los nuevos profesores que ibamos llegando a las aulas era superior al bagaje con el que muchos de ellos llegaron a las aulas y cuya carga pedagógica en sus estudios tenía un peso curricular menor que el actual.
Tampoco es que ahora la gente carezca de vocación, sobre todo en los colegios donde el impulso vocacional es casi decisivo y no es fácil encontrar profesores carentes de esa cualidad, aunque quizá pueda darse mayor incidencia en la Secundaria cuando la educación no ocupaba el primer objetivo de los estudiso emprendidos.
Para mí hay un elemento importante, la profesionalidad, que tiene que ver más con la exigencia personal y las prioridades, y también con una visión social de la educación que, antiguamente, atribuía a la formación un valor esencial para el progreso personal e incluso para la promoción social que ahora se ha diluido. Me decía un viejo maestro que aquellos chavales de sus clases numerosísimas tenían verdadero hambre de aprender y que eso era algo que ahora echaba de menos en muchos de sus alumnos.
¿Cómo alguien puede creer que la disminución de ratios, el trabajo coordinado de los equipos docentes, la presencia de especialistas o la mejora de la atención a la diversidad puede empeorar la calidad de la educación?, ¿quién puede pensar que el aumento de recursos humanos y materiales, por sí mismos, pueden empeorar el sistema educativo? No, creo que aun admitiendo las responsabilidades que tengan los propios docentes, que las tenemos, se ha focalizado el problema en ellos erroneamente y perdido de vista otros factores de mucha mayor incidencia negativa en la educación. El problema no es la cantidad, no hay mayor problema que el que genera la carencia, la falta de espectativas y los ataques contra un sistema educativo vapuleado inicialmente por los intereses políticos y continuado por una demolición social que no quieren reconocer su verdadero peso en ese deterioro, ocupado en buscar otros culpables.
Frase del día
ResponderEliminarLa vida es una tragedia para los que sienten, y una comedia para los que piensan.
Jean de la Bruyere
1645-1696. Escritor francés.