jueves, 29 de septiembre de 2011

¿LOS DOCENTES SOMOS AUTORIDADES PÚBLICAS? (Página nº 298)

Parece ser que el borrador de la futura ley de la Autoridad del Profesor pretende, con una buena dosis de buenismo, objetivos ambiciosos.

Hablan de mejorar la imagen del docente, tarea difícil cuando la administración suele sumarse a los ataques y recuerdo éste del exconsejero socialista Santiago Moreno: "es curioso, quien pudiendo hacer las cosas cuando está de vacaciones, las hace aprovechando el trabajo"..."Me chocó... eso es lo que dicen en las escuelas a muchos malos maestros, que teniendo dos meses de vacaciones para hacer las cosas particulares, el primer día que van los chicos a clase van y se casan y se marchan 15 días de vacaciones en vez de empezar a trabajar" o de Esperanza Aguirre con el reciente " sabemos que les estamos pidiendo un esfuerzo especial, pero 20 horas son en general menos que los que trabajan el resto de los madrileños".

Hablan de proteger al docente cuando siempre ha quedado desamparado, principalmente por la administración, y ya conté algún caso donde un alumnos, tras agredir a un profesor y ser expulsado siguiendo el procedimiento legal establecido, vuelve a clase sin cumplir la sanción porque un impresentable delegado provincial así lo impone, con el consiguiente refuerzo para el agresor y el agravio para el agredido.

Hablan de dignificar la labor docente y reforzar su autoridad después de décadas de denostarlos, y lo quieren hacer revistiendo de autoridad pública a los docentes y concederles la presunción de veracidad en caso de litigios, como si la dignidad se basara en blindarlos sólo ante los conflictos.

Y hablan de que esa ley de autoridad mejorará la calidad del sistema y frenará la alta tasa de fracaso escolar, aunque no expliquen cómo conseguirán esos objetivos sólo con blindar a los docentes.

Yo no sé si soy autoridad pública pero sí creo que la dignidad y el reconocimiento hay que ganárselo cada día y no sólo por real decreto, y que la administración debiera preocuparse de no menoscabar la dignidad de sus docentes y dar la consideración que merece ese trabajo. El reconocimiento social vendrá luego, cuando los docentes luchemos por dignificar esta tarea con un poco de autocrítica y la administración esté a la altura y nos otorgue esa dignidad alejándonos del fuego político frentista.

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