Me pregunto, a veces, cuando reclamamos transparencia y claridad a los políticos, si ciertamente estamos dispuestos a escuchar la verdad, a conocerla. Y enseguida me acuerdo de lo que me contaba una amiga sobre su madre, que solía decir, por otras cuestiones, que prefería creer que ver. Porque miro a mi alrededor, escucho a las personas, leo las intervenciones de los foros, y me da la sensación de que muchos, en el fondo, prefieren sentirse engañados y no sentir el vértigo de la verdad.
No sé si es que nos hemos acostumbrado a la mentira de tal forma que nos reconforta, o que pretendemos proteger nuestros ideales negándonos a admitir aquello que pueda quebrarlos, o que preferimos cuestionar sistemáticamente toda información contraria a lo esperado para neutralizar su efecto e incluso culpar al contrario, como si eso nos aliviase, pero lo que sí veo es que muchos no están preparados para la verdad ni quieren estarlo y se enrocan, sin dudarlo, en posiciones con las que construir su bunker particular y proteger su fingida verdad.
Claro, a los políticos tampoco les interesa contarnos la verdad porque ellos juegan al despiste, la instrumentalizan de tal manera que termina perdiendo su valor. Prefieren vendernos esperanza, ilusión, confianza, y huyen de las certidumbres y las evidencias como del agua hirviendo. Es más, introducen constantemente dudas, desacreditan al resto, inflaman a sus seguidores y urden sospechas sobre las intenciones de los demás. Nadie deslinda, nadie aclara, nadie aborda un ejercicio real de sinceridad, y en el fondo, la mayoría, se siente reconfortada creyendo esas mentiras y asimilando esas maniobras evasivas.
Creo que no, que en el fondo a la mayoría les asusta la verdad y antes que ver prefieren creer esa otra realidad desenfocada, esquiva, adulterada, puede que mucho más asimilable pero, por supuesto, muchísimo más tergiversada, de modo que puedan seguir creyendo, afirmándose en que están en el camino correcto, en que sus ideales e ideologías no sufren mengua, pidiendo un "¡miénteme!" como imprescindible placebo para no tener que ver, conocer la verdad.
Duele a veces, el constatar que con todo el acceso a la información del que disfrutamos en la actualidad, teniendo la posibilidad de informarnos por numerosas vías, pudiendo además confrontar la información ya sea por medio la prensa escrita, radio, tv, medios digitales, etc, que nos dan la posibilidad de tener una visión general de las informaciones, el contrastar las mismas a la búsqueda de una lectura fidedigna de la realidad, por ello causa estupor el comprobar que las personas, puedan conformarse con lo que les quieran contar.
ResponderEliminarVivimos tiempos en los que las noticias son de gran calado para la sociedad y no podemos quedarnos impávidos ante lo que nos quieran mostrar, deberíamos tener un espíritu más inquieto e intentar crearnos una visión de la realidad, una visión donde el resultado obtenido a través de la información a la que accedemos, sea lo más lo mas fidedigna posible, esto a mi entender, solo se consigue informándose a través de varios medios, con un espíritu crítico constructivo que nos permita llegar a conclusiones, en su defecto solo obtendremos visiones parciales de la realidad que nos impedirán tener un criterios claro y lo más definido posible.
Comparto tu opinión, estamos ante una gran masa acrítica, que prefiere la actitud cómoda de creerse todo lo que les cuentan aquellos que les son más afines, y no se plantean nunca poner en tela de juicio la información, hecho que no podrá garantizar nunca el conocimiento real de la situación social y económica que vivimos.