LA IGUALDAD NO ERA ESTO (Página nº 194)

Si el objetivo era llenar la plaza a fe que lo consiguieron. Lástima que para ello tuvieran que recurrir a un acto tan poco afortunado como el de la proclamación de reinas y damas de honor, una casposa exaltación de la mujer daimieleña a base de convertir la belleza y nada más en el atributo esencial de dicho homenaje. Y aunque les moleste, esta cosificación está fuera de lugar y resulta un menoscabo, aunque sea gustoso por parte de las elegidas, para la plena igualdad de la mujer que socialmente, ya se ve, no terminan de alcanzar por mor de actos como estos además de otros numerosos agravios que aún soportan.

Así que, como en tiempos que ya creíamos pasados, se oficializa un acto, se disponen de cerca de tres mil euros de todos para el acicalamiento y vestimentas de las elegidas, se coloca el brazo del alcalde a disposición de la guapa entre las guapas y se monta gustosos ese retablo de las maravillas para regresar a ñla mujer daimieleña a su trono de belleza que, y lo siento mucho, es su condición otorgada de jarrón bonito y decorativo.

Y es que, si de verdad creemos en la igualdad entre sexos, pero tambien entre las personas, desde el oficialismo debieran ambicionar algo más que un par de pancartas que digan "Daimiel por la igualdad y contra la violencia de género" o un par de declaraciones bienintencionadas, y eso pasaría por medir las iniciativas, sacudirse de estos arrebatos de machismo rancio y pelear de veras por llevar a cabo iniciativas que sopesen y desechen cualquier rasgo de desigualdad latente o patente, porque la igualdad no es el tenderete de Zapatero y su ministra de los miembros/miembras sino una convicción real en pleno siglo XXI que debe ir acompañada de gestos coherentes y políticas activas y que se ve enturbiada, por supuesto, por espectáculos "siglopasadistas", también, como estos.