lunes, 22 de agosto de 2011

AUTOPREMIOS (Página nº 182)

En España somos muy amigos de autopremiarnos. Si ya se dan pemios, honores y galardones a cascaporrillo y raro sería que alguien no pudiera exhibir alguno conseguido, existe una variante extendida que consiste en repartir para los propios los premios creados casi con esa condición. Y esto va desde los galardones más modestos hasta los de mayor relevancia y alcanza, incluso, a designaciones universitarias como las de "doctor honoris causa" que, en ocasiones, dan vergüenza ajena.

Aquí en Daimiel también hemos vivido episodios parecidos. Recuerdo, por ejemplo, cómo Pozo fue designado Vareador de Honor en la primera edición de la Fiesta del Olivo Milenario, una elección de una corporación del que era componente. O la Medalla de Oro de Daimiel àra quien la creó, Díaz-Salazar, y entregada por sus compañeros de partido a través de un jurado ad hoc.

Pero el ejemplo más emblemático es el de Fedada, la Federación de Asociaciones Culturales de Daimiel que se ha inventado un premio anual para autopremiarse, por reparto, entre todos los miembros de la propia federación. Una manera de engordar currículo de modo postizo hasta que consigan dar la vuelta a todos los asociados y cuyo mayor mérito es pertenecer a dicha asociación aunque existan otras, no asociadas, merecedoras, quizá, en mayor medida de un reconocimiento por su labor.

Para mí, por supuesto, independientemente de que esas asociaciones merezcan premios, el hecho de que se autogalardonen convierte ese tipo de premios en poco meritorios y a esos galardones en premios de chichinabo.


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