viernes, 17 de agosto de 2012

INCLUSO EL OCIO SUCUMBE (Página nº 1229)

Ayer leía estas declaraciones de Micky Huidobro, bajista del grupo mejicano Molotov, una banda, por cierto, que creo recordar fue la más demandada para los conciertos de feria el año en el que el Ayuntamiento hizo una encuesta entre los jóvenes para programar Daimiel en Concierto y que, finalmente, no llegó a venir:

Micky Huidobro, bajista de la banda mexicana Molotov, no llevaba ni 24 horas en Madrid y ya se encontraba en estado de shock. "En España tienen un concepto de la crisis muy raro. Ayer llegamos y estaban todos los bares del centro de Madrid llenos hasta la madre, todo el mundo en la calle. Nosotros, si estamos en crisis, no nos podemos ir a los bares".

La verdad es que, en algunas cosas, somos bastantes peculiares y, en muchos casos, el chateo y el cañeo se relegan, en estos tiempos de crisis, solo cuando ya no podemos prescindir de lo más elemental.Pero lo cierto es que, por debajo de los índices macroeconómicos, hay pequeños detalles que nos hablan de la situación especialmente crítica que se vive.

Por ejemplo, hasta ayer mismo estaban convocados a la cena anual, en convocatoria abierta, cuantos interesados quisieran asistir a la ya tradicional cena organizada por Fedada, y en la que, entre otras cosas, se entregarían los premios convocados para la próxima "Fiesta de la Vendimia". El lugar, "Lady Gema". El precio, 23 euros. Y dado que quien convocaba, la federación daimieleña de peñas, partía de otras convocatorias exitosas de cena anual, cabía pensar que este año ocurriría lo mismo. Incluso yo, excepcionalmente, por acompañar a uno de los premiados en ese feliz momento, iba a asistir. Pero no, anoche mismo nos llamaron para anunciarnos que se suspendía el acto y el motivo no era otro que la escasísima retirada de los tickets para participar en ese acto y que, al parecer, no lo hacía ya viable.

Otro ejemplo de ayer mismo, en las Lagunas de Ruidera, donde los restaurantes languidecían con una o dos mesas ocupadas, mientras era más presente los grupos con sus merenderas y neveras, algo que siendo habitual no se correspondía proporcionalmente con otros años de economía algo más boyante.

Y es que hasta el ocio, casi intocado para los españoles, comienza a mostrar la grieta sublime que castiga las economías familiares, donde el dinero ya no es algo que se gasta sino algo que se quiere tener, porque el miedo, definitivamente, está entre nosotros.

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