No sé si será el efecto Semana Santa o qué pero Daimiel es casi un páramo de información donde apenas destaca el eco inopinado de los afloramientos en Zuacorta después de casi cinco meses de existencia, la sempiterna noticia en torno a la remodelación de la Plaza Maria Cristina y el incendio de una vivienda. Casi poco más hay en el horizonte informativo porque casi nada hay sobre lo que informar. Fuera de los plenos y ruedas de prensa postprocesionales Daimiel vive una quietud víctima de la falta de iniciativas por carencia de recursos o por el silencio informativo sobre otros aspectos como el asunto de Alvinesa.
Lo cierto y verdad es que, ahora mismo, parece no suceder nada en Daimiel, aunque suceda, y el silencio apenas se rompe con esa infinidad de noticias religiosas y poco más, como si pudiera sonar de fondo esa melodía inconfundible de "La muerte tenía un precio" sobre ese desierto informativo.
Y no es que el tema de los afloramientos sea baladí, que la curiosidad hará acercarse a muchos visitantes, pero hasta ese espacio de Zuacorta se aparece como ideal para ver llegar allí a Clint Eastwood mientras el aire hace rodar las sorrascas o rodamundos tal desierto de Arizona.
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