Durante varios días, semanas incluso, el la antigua fuente de la Plaza de España que hoy ocupa el Olivo Milenario, fueron apareciendo patos blancos reales. Primero fue uno sólo pero luego apareció un segundo, un tercero, un cuarto y, creo recordar, hasta un quinto de ellos, patos desubicados pero hermosos, que hicieron de la fuente su casa. Un día, como aparecieron allí, dejaron de verse, bien por la misma mano o por otras, dejando ese sabor de pequeño misterio para quienes durante aquellos días pudieron verlos recrearse en aquella pileta de patos cerámicos bastante sínsolos y que no duraron demasiado tiempo.
Cuando mi amigo Jose me contaba que al acercarse a Navaseca, paseando por el camino de tierra que bordea la laguna, se había encontrado con dos extraños que apenas le rehuían pero que parecían completamente desubicados en aquel entorno, dos patos domésticos que pululaban por allí sin atreverse a entrar en el agua, me acordé de aquella imagen imborrable y me puse a pensar que, de alguna manera, alguien los había soltado allí como otros sueltan alguna tortuga de Florida cuando quieren deshacerse de ellas sin entender ni tan siquiera lo equivocado de aquella acción irresponsable. Y como en aquella ocasión, ahora que mi amigo me cuenta que hoy ya no los ha vuelto a ver, también que alguien ya se había encargado de llevárselos de allí aunque no sé con qué intencionalidad.
Y es que estos patos daban el cante desde el primer segundo, extraños en el "paraiso" de esa laguna singular por todo, por su diversidad, por su alta cantidad de ejemplares en este inicio primaveral, por la escasa calidad de sus aguas, por su sonido estruendoso, por unos atardeceres impactantes, extraños, sí, en un paraíso ajeno a ellos, tan dóciles y proclives a la voluntad de los hombres.
Estas son las fotos de la pareja de extraños que me ha pasado mi amigo:
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Curiosa historia esta de los patos de la
ResponderEliminarfuente. Y buena foto de la pareja de patos tan
bonitos.
Pilar