Esta es la columna que ayer escribía Rosa Montero en El País y que titulaba "Picaresca", mal tan extendido desde arriba hasta abajo que se convierte en un auténtico cáncer social y que explicaría muchas de las lacras sociales y económicas de España. La reforma laboral, aún siendo un proyecto, ya está sirviendo para prácticas que no están en su espíritu pero que se contemplaban previamente dado el carácter patrio y esa tendencia a sacar petroleo interesado de la norma y por lo que poner tal instrumento en manos de pícaros predecía la propensión al fraude, el abuso y la degradación de las relaciones laborales entre trabajadores y empresarios. No es ya abaratar el despido, es, desgraciadamente, elevar el porcentaje de contratos basura y desproveer a muchos trabajadores de derechos tan arduamente conquistados. No es que la norma sea mala per se, es que acostumbramos a envilecer, contaminar, corromper esas normas:
"Que una de las mayores aportaciones de España a la cultura universal haya sido la invención de la Picaresca, es algo que no sé si me congratula o me espeluzna. Quiero decir que esas cosas dejan huella. De hecho, la palabra pícaro sigue teniendo connotaciones positivas. Nos parece alguien listo, simpático, admirable por su manera de saltarse la Ley y de engañar al prójimo para sacar provecho. Y es verdad que en esto de aprovecharnos de los demás somos los mejores. No hace falta ni que entre en vigor la reforma laboral para que a los empresarios españoles se les ocurran verdaderas virguerías picaronas. Por ejemplo: conozco a un chico que hace un mes fue contratado por una empresa de limpieza. A la semana le dijeron que firmara un alucinante documento de cese voluntario, sin fecha, para poderlo despedir cuando quisieran. Como se negó a firmar, lo echaron en el acto.
Lo del autodespido es bastante creativo, pero hay picardías mayores. Un lector me cuenta el caso de una mujer de 60 años en paro a la que sólo le quedan cuatro meses de subsidio. En sus condiciones, acepta todos los trabajos que le ofrecen. Pero en los tres últimos la han contratado un lunes y la han despedido el viernes. Al lunes siguiente se apunta de nuevo en el paro, pero el fin de semana no se lo paga nadie. Y estamos hablando de economías críticas: esta mujer cobra 20 euros al día de subsidio, y si trabaja sólo cinco días, y gasta 6 euros de transporte al día, esa basura de empleo semanal le cuesta dinero. Sí, en España hay gente que vive con esa miseria y que depende de esos miserables que te despiden los viernes. De esos pícaros tan listos que luego dicen que los parados son unos vagos que rechazan los trabajos."
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Nota: todas las licencias ( hospitalización de familiares,matrimonio, nacimiento de hijos, asistencia a exámenes, etc) que por convenio, tanto interno como sectorial, se añadan a este o superen el tiempo mínimo establecido en el estatuto de los trabajadores, se computan según la reforma a efectos de absentismo. Lo que significa que computan para el despido objetivo (20 días) por absentismo, bajas JUSTIFICADAS no consecutivas que en 2 meses superen los 7 o 8 días, dependiendo de la jornada laboral. Esto implica a todos los trabajadores, públicos y privados. Ojito todos con esto, que más de uno se va a la calle. A la hora de pedir licencias fijaros bien lo que marca el estatuto. Un palo a los derechos adquiridos.
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