NO ES, DESGRACIADAMENTE, EL PRIMER BELÉN DESTROZADO (Página nº 577)

Hace unos treinta y pocos años un grupo de jóvenes se atrevieron a crear un belén en la actual Plaza de España daimieleña realizado por ellos mismos con arcilla y cristal en el que predominaban los cuerpos geométricos pero donde, pese a todo, podía apreciarse perfectamente la figuras que daban en representar. Sin duda el belén municipal de aquel año no dejaba indiferente por inhabitual y rompedor.

Yo era entonces un chaval de instituto y recuerdo el asombro ante aquella estructura de vidrio y barro, armónico, sorprendente, vanguardista, que sin embargo pretendía acercarse a su manera a la tradición de los belenistas.

Sin embargo en Daimiel, ese poblachón que apenas dos o tres años antes había sometido a persecución y escarnio a un gran sacerdote, don Jesús, recogiendo firmas para echarlo de nuestro pueblo porque les pareció siempre demasiado avanzado, se desató una polémica extraordinaria entre quienes aplaudían la iniciativa de reinterpretar el belén tradicional y quienes lo consideraron blasfemo e irreverente, casi digno de la hoguera. Una polémica que, todo hay que decirlo, duró poco porque apenas unos días después fue destruido completamente por unos vándalos que, claro, nuca fueron identificados, que yo sepa, y que en un disparate cívico, lograron satisfacer los deseos de muchos.

Recuerdo que gané un premio de poesía, convocado por el Ayuntamiento de Daimiel, un año o dos después y con un poema que hablaba, precisamente, de aquella destrucción que tanta huella dejó en mí. Curiosamente supe que algún miembro del jurado supuso que yo estaba afectado por la muerte de un hermano años antes y no entendieron una mierda pues incluso dijeron que aquello no era un poema navideño porque no cantaba loas al Recién Nacido ni narraba el viaje de los magos hacia el Portal.

Pues bien, desde entonces, en pequeña o gran escala, como sucedió en la pasada madrugada, alguien o "alguienes", han atentado contra los belenes instalados en la plaza, mutilando figuras, haciéndolas desaparecer, exhibiendo su rabia, intolerancia y falta de respeto hacia los demás. Nunca ha habido un destrozo como el de aquel belén pero siempre ha habido vándalos dispuestos a reproducirlo.




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