La España autonómica está, casi desde sus inicios, en números rojos. Nació, incluso, con esa vocación dilapidadora porque, desde el principio, mostró su voracidad reclamando nuevas transferencias, haciendo hincapié, sobre todo, en las partidas económicas que estas conllevaban y que, con razón, siempre les parecían insuficientes. y luego minimizaron la deuda como una carga necesaria para ponernos en cabeza de la modernidad, incluso cuando las cifras conocidas aumentaban hasta parecer un endemismo del sistema.
A los ciudadanos se nos vendieron derechos, conquistas, servicios, infraestructuras y hasta justicia social. Todos tan contentos. Eso sí, las cifras se arrinconaban, como si fuera de miserables preguntar por lo que había costado, pues no merecía la pena nublar el horizonte edulcorado con esos detalles intranscendentes.
Se multiplicaron estadios, piscinas climatizadas, pabellones deportivos, centros de salud y hospitales, auditorios y pabellones feriales. También rotondas, plazas. Se multiplicaron las urbanizaciones y llovieron las subvenciones y ayudas de todo tipo. Nunca tuvimos lo que ahora, todo tan cerca del país de las maravillas, de los 17 paises autonómicos con sus autónomas maravillas, sin que el coste importara.
Ayer Cataluña daba a conocer el cierre temporal de 40 centros de salud obligando a derivar a miles de enfermos, incluso con la certidumbre de que algunos se cerrarán definitivamente. El paso inicial de otros recortes en políticas sociales que, ya veremos, se extenderan a otras autonomías, porque los excesos de anteayer, ayer y hace unos minutos habrán de pagarse con medidas drásticas que atacarán, precisamente, donde más dolerá a la ciudadanía, en servicios básicos, justo la zanahoria que más exhibieron los gobernantes para que obviaramos deternos en detalles presupuestarios.
La educación ya lleva tiempo con recortes, las pensiones acaban de recibir un palo grandioso con el aumento de años para su cálculo y la sanidad, ya vemos, cierra lo que abrió hace unos años y acumula deudas con la industria farmaceútica de difícil resolución. Y es sólo el principio del desmoronamiento de unas políticas inviables, populistas e impunes legalmente que se han estirado incluso cuando se sabía que eran insostenibles. Lo denunciaban muchos desde hace años pero la mayoría callaba dejando hacer y hasta acusaban a aquellos de agoreros. El futuro inmediato ya es hoy y no pinta nada bien.
Aquí dejo, por si mueve a la sonrisa, la viñeta de Idígoras y Pachique que aparece hoy en El Mundo:
A los ciudadanos se nos vendieron derechos, conquistas, servicios, infraestructuras y hasta justicia social. Todos tan contentos. Eso sí, las cifras se arrinconaban, como si fuera de miserables preguntar por lo que había costado, pues no merecía la pena nublar el horizonte edulcorado con esos detalles intranscendentes.
Se multiplicaron estadios, piscinas climatizadas, pabellones deportivos, centros de salud y hospitales, auditorios y pabellones feriales. También rotondas, plazas. Se multiplicaron las urbanizaciones y llovieron las subvenciones y ayudas de todo tipo. Nunca tuvimos lo que ahora, todo tan cerca del país de las maravillas, de los 17 paises autonómicos con sus autónomas maravillas, sin que el coste importara.
Ayer Cataluña daba a conocer el cierre temporal de 40 centros de salud obligando a derivar a miles de enfermos, incluso con la certidumbre de que algunos se cerrarán definitivamente. El paso inicial de otros recortes en políticas sociales que, ya veremos, se extenderan a otras autonomías, porque los excesos de anteayer, ayer y hace unos minutos habrán de pagarse con medidas drásticas que atacarán, precisamente, donde más dolerá a la ciudadanía, en servicios básicos, justo la zanahoria que más exhibieron los gobernantes para que obviaramos deternos en detalles presupuestarios.
La educación ya lleva tiempo con recortes, las pensiones acaban de recibir un palo grandioso con el aumento de años para su cálculo y la sanidad, ya vemos, cierra lo que abrió hace unos años y acumula deudas con la industria farmaceútica de difícil resolución. Y es sólo el principio del desmoronamiento de unas políticas inviables, populistas e impunes legalmente que se han estirado incluso cuando se sabía que eran insostenibles. Lo denunciaban muchos desde hace años pero la mayoría callaba dejando hacer y hasta acusaban a aquellos de agoreros. El futuro inmediato ya es hoy y no pinta nada bien.
Aquí dejo, por si mueve a la sonrisa, la viñeta de Idígoras y Pachique que aparece hoy en El Mundo:
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