Aunque trate el tema con humor y distancia cómica lo cierto es que lo sucedido el otro día con una invitada del PSOE a la sesión del Congreso me parece absolutamente excesivo, un abuso, obligando a desnudarse hasta quedar en sus prendas más íntimas a la que resultó una profesora universitaria que ha terminado denunciando a dos policías y al presidente del Congreso por el trato injustificado recibido. Resulta que "la casa de todos", como dicen muchas veces los políticos, el lugar donde reside la soberanía nacional, convierte en una pesadilla visitarla. Sí, un exceso de celo que ni el hecho de que pudiera llevar mensajes escritos en la piel, que no era el caso, puede justificar.
Pero ya digo, dejo esta versión cómica, por sacarle una sonrisa a algo tan desagradable e inadmisible:
Llega allí una invitada socialista
y apenas traspasa aquellos umbrales
siente que le vienen los siete males
cuando el poli exige que se desvista,
que tiene que pasarle una revista
según mandan sus mandos policiales,
pues no sirve llevar las credenciales,
que todo ha de dejarse ya a la vista,
y así la profesora allí invitada
comienza a desnudarse muy alterada
y presa de rubor, para más señas,
y piensa que de haber sabido eso
no pisa ni de coña este Congreso
sin hacerse unas ingles brasileñas
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