UN ESTADO ACONFESIONAL ¿QUÉ SE SUPONE QUE ES? (Página nº 1518)

Viendo las felicitaciones que nos han enviado, por ejemplo, la Presidenta de Castilla-La Mancha o el Consejero de Educación, lleno de citas bíblicas e imágenes religiosas católicas, uno termina por pensar si, lo que dice la Constitución Española en su Capítulo II, Sección I, Artículo 16.3, "Ninguna confesión tendrá carácter estatal", es otra de esas milongas que están puestas ahí para no cumplirse.

Éste es el problema de crédito real de nuestra Constitución, que no hay demasiado empeño por parte de las autoridades en tomársela en serio y cuidar las formas, porque aunque alberga todo el derecho individual a los sentimientos y creencias religiosas delimita claramente el carácter aconfesional de la oficialidad salvo en aspectos concretos que regulen convenios internacionales con las distintas confesiones y eso, en ningún caso, justifica que un cargo público, en función de su desempeño, se dirija a los ciudadanos de toda índole y creencia haciendo proselitismo de su credo personal y dejando pensar en una oficialidad de facto de una religión sobre el resto.

Pongo el ejemplo, claro, porque me ha llegado a mí y aunque no me produzca ningún tipo de picor, comezón, prurito o irritación, ya que me reconozco sentimentalmente vinculado a esa tradición, puedo entender el malestar de algunas personas que conozco y que no comprenden ese afán de vincular lo estrictamente oficial con esos guiños o alardes hacia la confesión mayoritaria que nada tienen que ver con lo que la propia Constitución de 1978 establece con claridad.

Si se trata de felicitar a los Castellano-manchegos, en el caso de Cospedal, o a los docentes de la región, en el caso de Marín, pues existen muchas formas y motivos capaces de englobar a todos sin introducir ningún elemento que pueda ser excluyente. Ya sé que es un mero formulismo pero un felices fiestas o el deseo de un año cargado de buenas noticias, salud y trabajo puede expresar de mejor manera una felicitación global.

Supongo que no tiene que estarse de acuerdo necesariamente, que algunos creen que la dominancia de un credo sobre los demás puede justificar agarrarse a su simbología, pero es exigible algo más, entender que son cargos representativos de todos y que por tanto deberían sentirse obligados a observar esa equidistancia  necesaria, independientemente de que en el ámbito representativo que concordatos o convenios fijen o en el ámbito personal o privado expresen sus sentimientos religiosos.

En definitiva, si la Constitución consagra un estado aconfesional, ¿qué se supone que es esto sino la desvinculación del Estado y sus representantes electos de cualquier credo concreto desde su oficialidad? Y si no es así, ¿para qué sirve un artículo de la Constitución burlado constantemente?

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