Es lo primero que se me ocurre pensar:
¿Por qué la justicia, y también las leyes, no son tan garantistas con las víctimas como con los agresores?
Sé la respuesta, la Justicia juzga a los agresores y no a las víctimas, y es garantista sobre el procedimiento. Vale, pero eso no evita que asistamos a situaciones en las que el sentido común advierte de que corremos el riesgo de perder el sentido real de justicia; el que castiga al delincuente y, de alguna manera, resarce a la víctima que entiende que quien comete un delito paga por él.
Pongamos un ejemplo de los que aparecen hoy mismo:
Un hombre que sometió a abusos sexuales a su cuñada, mientras dormía profundamente, y que grababa tales tocamientos, ha sido absuelto porque los dvd´s donde almacenaba las imágenes no se han considerado prueba de los abusos al obtenerlos sin su consentimiento.
¿De qué otra manera poder demostrar los abusos, sabiendo ya por las grabaciones, que estos eran verdaderos? Pues no de otra manera que denunciar previamente, instalar cámaras autorizadas por orden judicial y esperar a que el individuo cometiera nuevos abusos que fueran bien recogidos por dichas cámaras.
La consecuencia de todo esto es que al abusador se le absuelve porque ocurre que se viola su derecho a la intimidad, que al parecer es más grave que violar sexualmente a una persona, y la víctima es doblemente violada por el cuñado y por unas leyes que acaban premiando al agresor y despreciándola a ella.
Yo no discuto la argumentación judicial, por realmente estúpida que parezca al pensar de cualquier persona que aplique el sentido común, pero eso lo único que demuestra es que algo no está bien cuando el sistema absuelve a un malnacido así, y se puede deducir que el garantismo judicial desdeña el fondo de los hechos tan preocupado de las formas. Que sí, que las cosas serán así pero no dan respuesta justa a los hechos sucedidos y entonces es fácil perder toda la confianza en que las víctimas puedan verse resarcidas por su agresión.
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