CUESTA ABAJO Y SIN FRENO (Página nº 1373)

Si hay una cosa clara, después de las últimas elecciones, es la identificación del electorado con el culpable político de la crisis. Puede que estén en lo cierto o no, ya que personificar la crisis en un solo culpable ni es justo ni cierto, pero la realidad es que la gente ha dado la espalda claramente a la opción representada por el Partido Socialista Obrero Español cuando, creo, que ni los más pesimistas esperaban tan pésimos resultados como los obtenidos en Galicia y País Vasco o los vaticinados para las de Cataluña.

En algunos medios, la mayoría, parecen haberse vuelto contra Rubalcaba, y puede que nuevamente se cometa el error de buscar un único culpable para no analizar con mayor profundidad y sosiego el devenir de un partido que conoce, sin duda, su peor momento político de las últimas décadas y cuyo número de desafectos parece crecer sin pausa. Porque incluso con las decisiones de un gobierno como el del Partido Popular, con la desfachatez que muestran incluso afirmando hoy en sede parlamentaria que sus presupuestos son los más sociales de la historia de la democracia, con los estragos que están haciendo en las economías familiares y los servicios públicos, parece incomprensible la debacle de los socialistas que, ya digo, han sido identificados como culpables políticos de la crisis o, lo que sería aún peor para ellos, como partido poco fiable para sacarnos de ella, porque si no no se entiende tal derrumbe y la pérdida de votos en favor de otras opciones más de izquierdas o de la abstención.

No me corresponde a mí decir que debe hacer el partido pero seguir así parece poco menos que multiplicarse por cero al no evitar la sangría de votos ni dar síntoma de estabilización. Hoy parece un sitio en ruinas y aunque la historia reciente nos dice que estos vaivenes son cíclicos o reaccionan o tendrán muy complicado volver a ser el potente partido que algún tiempo fueron.

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