NO ES EUFORIA LO QUE SIENTO (Página nº 365)

Llevo oyendo hablar de ETA desde que tengo uso de razón. Siempre ligada a amenazas, bombas, asesinatos y un recurrente discurso victimista. Reconocería muchos rostros de asesinos etarras aparecidos en televisión en todo este tiempo, muchos más que los de víctimas a pesar de ser estas más en número, y me he alegrado con cada pequeña derrota que han sufrido por detenciones de las fuerzas de seguridad españolas o la policía francesa. Nunca he podido ver en los etarras héroes vascos porque nunca he creido que la violencia fuera argumento aceptable para luchar contra nada, siempre he visto criminales sin escrúpulos que nunca pagarían lo suficiente sus asesinatos, a veces indiscriminados.

Ahora, cuando ETA estaba en sus últimos extertores por la eficacia policial, y a pesar de permitirles una vía política, ha dado el paso de anunciar el cese definitivo de la violencia. Parece para algunos mucho, tal vez lo sea, pero a mí me parece demasiado poco y sólo si les dejan estirar la ley a su antojo permaneceran tranquilos. Por eso, aunque me alegro del paso dado, no me lleva la euforia. Después de toda una vida sabiendo de ellos la euforia no tiene sentido alguno, acaso la esperanza de que haya generaciones que no vivan con esa lista inacabable de muertes que hemos conocido nosotros y que ellos ignoran hasta el último segundo porque una declaración no consigue que los asesinos terroristas dejen de serlo.

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