No sé cómo lo verán los demás pero ese formato tan medido, tan cronometrado, tan acordado por los dos partidos para no dar ventaja al enemigo, me parece un No-debate. Es imposible debatir con esa obsesión por los tiempos que pretenden sólo soltarnos sus píldoras demagógicas sin casi espacio a la argumentación, un 59 segundos literalmente concebido para escupir datos sin reflexión, mostrar estadísticas y gráficas incomprensibles porque sólo vemos una cartulina con colores en sus manos, y tratar de ser incisivo en los cinco últimos segundos. Y como además no hay ningún debate más intentarán tocar todos los temas a vuelapluma, espídicamente, para que no nos enteremos ni una mierda, y perdón por el arrebato.
Esto no es un debate porque no llegan a debatir, esto es una exposición breve de cebos electoralistas y pequeños amagos de golpes bajos para tratar de animar a sus acérrimos. No dirán nada que no sepamos, no podrán explicar como pretenden hacer lo que prometen, no podremos conocer las carencias que encuentra el rival. Si alguien piensa que escucharlos puede decidir su voto pena me dan, la verdad, con tan escaso muestrario de argumentos.
Y además volvemos a permitir que se excluya al resto, como si no existiesen, como si no pudiesen aportar nada, facilitando esta cochambre de bipartidismo que sólo es un quítate tú para ponerme yo, una alternancia que sólo empobrece la vida política para convertirla en un reparto entre dos dinosaurios que mantienen estrangulado el sistema.
Lo cierto es que para ese debate mejor casi que nos ahorren el simulacro.
Lo cierto es que para ese debate mejor casi que nos ahorren el simulacro.
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