Algunos de los mediadores que han participado en eso que han dado en llamar Conferencia de Paz en San Sebastian, como Kofi Annan, han venido, a mi parecer, buscando básicamente el premio Nobel de la Paz. Si no no se entiende que alguien como él diga que se trata del último conflicto armado de Europa, como si se tratase de una guerra entre dos, cuando todo lo más es la acción de un grupo terrorista que trata de imponer sus tesis desde la violencia y la amenaza constante y que fracasada esa vía, más por las acciones policiales que por la propia intención de ETA, pretende ahora vencer en la estrategia política gracias a la torpeza y condescendencia de quienes gobiernan.
Y no es que esté en contra de las negociaciones pero sí que veo inaceptable que sean ellos, los criminales, quienes hagan marcar el paso a los demás y traten de poner condiciones no del todo aceptables, desnaturalizando el valor de un trabajo que los ha menguado y debilitado. La Conferencia de Paz les devuelve iniciativa, persigue reconocimiento de legitimidad, y a ello se prestan personajillos que buscan relevancia y premio aunque ni se hayan parado a pensar cuál es la historia desigual entre quienes matan y quienes son asesinados.
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