¿Por qué da la sensación de que el Gobierno no quiere aprobar medidas más severas de ahorro por mera contabilidad electoralista, para no perjudicar las opciones de Rubalcaba de alcanzar unos resultados más aseados? Porque leemos que Italia, acuciada por una deuda disparatada, va a suprimir 36 provincias, 1500 ayuntamientos y 50000 cargos públicos, entre otras medidas, y aunque sea a la desesperada deja las medidas españolas en pura cosmética al no adelgazar la administración y conformarse con recortar el salario de los funcionarios, congelar pensiones y subir el IVA, chocolate del loro para una situación que exigiría decisiones más comprometidas y ejemplares.
Sí, porque no corren tiempos de electoralismos cafres y estamos al borde de una situación que amenaza desbordarnos.
Sin embargo, no sé por qué, el ejemplo de Castilla-La Mancha sobrevuela esta forma de hacer política. Próximas las elecciones, noviembre o quizá antes, el Gobierno de España ha dado por liquidado su mandato sin más acción real que las comentadas y me temo que cuando otros lleguen al poder, como ha sucedido en Toledo, van a encontrarse con una situación tan lamentable y agravada que las medidas que deberan tomar, por pura urgencia y presión externa, habrán de ser mucho más gravosas, radicales y lesivas que las adoptadas por Berlusconi. Porque, no nos engañemos, el Gobiermo de Zapatero sigue a su ritmo, quemando naves, casi con la misma política de tierra quemada con la que, según vamos conociendo, actuó Jose María Barreda en el último año convirtiendo a Castilla-La Mancha en lider de deuda y dejándola en la situación más lamentable que pudiera conocerse por estos lares.
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