Los mercados, que al final son personas que compran, venden y especulan, creen tan poco en los líderes políticos que cada vez que estos realizan declaraciones complacientes y llenas de optimismo inmediatamente consiguen que las bolsas sufran una fuerte caida.
No creo yo que los inversores y especuladores sean unos masocas y lo hagan por fastidiar. Más bien me parece que reaccionan así porque entienden que las proclamas optimistas de Obama, Zapatero o Berlusconi, por ejemplo, o de Trichet, cargo relevante también, son realizadas para enmascarar una situación difícil, complicada, y por eso ponen en guardia a todo el mundo y cunde el pesimismo que luego traducen en pérdidas las bolsas.
Walt Street, por ejemplo, cerró con un 5,5% de bajada después de que Obama saliera a decir en su discurso que Estados Unidos será siempre una triple A y que no importa lo que diga la agencia de calificación o que lo sucedido estos días, estar al borde de la quiebra, ha sido positivo y constructivo.
Los mercados, pues, como los ciudadanos, dan escaso crédito a sus líderes, no sienten confianza en ellos, creen que les mienten, que les ocultan la realidad y reaccionan mostrando su incredulidad, recelo y excepticismo hacia ellos. ¿Quién cree entonces a los políticos? Buena pregunta, dado que ni entre ellos terminan de fiarse.
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