lunes, 4 de julio de 2016

EL MINISTRO INDIGNADO/ EL MINISTRO INDIGNO (Página nº 3731)

Imaginen que existiera una grabación en la que se me escucha insultar, golpear y, finalmente, disparar contra alguien. Aunque pudiera conseguir demostrar que la grabación era ilegal y evitar así las consecuencias legales de mis actos jamás podría evitar la realidad, osea, que mis insultos, mis golpes y mis disparos existieron ni podría convencer de lo contrario a nadie salvo que estuvieran muy dispuestos a dejarse engañar dando por buenas mis mentiras.

Pues bien, algo similar ha pasado con el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, pillado en unas grabaciones incurriendo en posibles delitos, según la prensa, tales como conspiración contra rivales políticos manipulando pruebas, filtraciones a la prensa o presiones hacia el poder judicial, y todo lo que se le ha ocurrido ha sido afear que se le grabara de forma ilegal olvidando dar una explicación coherente de sus palabras en lo grabado. Vamos, que no importa el cadáver ni quien lo mató sino la forma es que se supo.

Claro, le mueve un interés personal, porque demostrando que fue grabado ilegalmente salvaría penalmente su posición pero no su reputación, porque discutiendo la manera de haber conocido sus modos y maneras no se puede obviar que su comportamiento ha sido vergonzoso, reprobable, infame y necesita de una explicación tanto como de un cese o dimisión.

El ministro indignado, pues ha elegido ese papel de víctima, es en realidad un ministro indigno, incapaz de asumir sus responsabilidades y haber olvidado que es un ministro de España y no uno del PP para ejercer su función con un claro interés partidista como se puede apreciar en las grabaciones. Puede que a cualquiera que le convenga, le sirva la indignación del ministro, como para justificarlo, pero lo cierto es que desde un punto de vista objetivo su forma de actuar en este caso, y la de su interlocutor, no pueden ser justificadas nunca, ¡NUNCA!

Peor es, claro, la actitud de sus compañeros, haciendo piña, y de algunos medios, que prefieren disfrazar la realidad para salvarle el culo, quizá porque la dignidad ya la perdieron hace tiempo.

El ministro podrá estar indignado por haber sido pillado en renuncio tal pero suya fue la reunión, suyas sus palabras, y es mucho peor asumir un ministro indigno que un ministro indignado.




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2 comentarios:

  1. De esos Barros, estos lodos, de esto hay mucho y en todos sitios, lo que pasa que como a los que ponen al frente de la justicia son de los suyos, pues salen impunes.
    Son todos o la mayoría unos indignos, (sea cual sea su color político), ya que hacen y deshacen a su antojo y además se ríen de tod@s l@s español@s

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  2. A ver lo que nos depara el pleno de hoy , espero tu opinión

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