domingo, 1 de junio de 2014

¡QUÉ SE APUESTAN! (Página nº 2560)

Si Enrique López, magistrado del Tribunal Constitucional, no hubiese sido propuesto, aupado, apadrinado, por el Partido Popular ni su claro posicionamiento con este partido no hubiera sido tan notorio, lo mismo en este momento ni se hubiera planteado dimitir por ser pillado sin casco, saltándose un semáforo y con más alcohol del debido, pues cuadriplicaba el límite, circulando, también sin casco y saltándose todos los semáforos, por su sangre.

Desgraciadamente es lo que sucede cuando los miembros del Tribunal Constitucional alcanzan cierta fama no por sus méritos procesales o académicos sino porque entran en el juego promocional de los partidos para que estos los coloquen en aquellos puestos que debieran estar ocupados por gente independiente y sin vínculo con los intereses políticos.

Pero no, en España hemos elegido, aunque más bien nos han impuesto, este circo en el que los partidos dominantes se reparten los nombramientos de los miembros de los altos tribunales colocando aquellos peones que mejor puedan venir a sus intereses y a cuya práctica de hacerse querer muchos juristas se entregan en busca de mejorar sus expectativas profesionales aunque tengan que dejarse un montón de pelos en esa gatera confortable.

Si Enrique López no hubiera sido lo que es, un juez que ha recibido más atención por el empeño del PP de imponerlo a toda costa incluso bloqueando la renovación durante meses y por su clara simpatía con quien le promocionaba, y se hubiera tratado de otra persona, incluso capaz de conducir bebido, saltarse semáforos y conducir sin casco, pero que hubiera llegado allí por mérito propio indubitado, seguramente los medios no se hubieran lanzado sobre la pieza obligándolo a dimitir.

Lo que mide la culpa es la acción, no otros condicionantes, y la conducta hubiera estado mal fuera quien fuese el que cometiera la infracción, pero en este país pasa lo que pasa porque se han pervertido las reglas del juego y muchos le tenían ganas al interfecto.

Evidentemente la moraleja está clara, si de verdad la Justicia fuera un poder independiente y no en lo que la han convertido, hoy no se ocuparían los titulares de una conducta privada muy reprobable en la manera que lo han hecho. Pero quien siembra podedumbre no puede esperar mejor cosecha.

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1 comentario:

  1. Si hasta que cerraron CIDRA no pararon, ¿qué queda abierto que hoy es vomitivo y produce náuseas abrir la ventana o salir a la calle?.
    Algo tendrán que hacer porque consintiendo esto mal se va vender Daimiel.

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