viernes, 8 de noviembre de 2013

POR QUÉ NUNCA PERTENECERÉ A UN PARTIDO POLÍTICO (Página nº 2205)

Ayer nos contaban los medios que IU de Madrid ha elaborado un nuevo estatuto que contempla la suspensión de militancia para quienes expresen "opiniones, ideas o comentarios" que critiquen lo marcado por los órganos de gobierno. Y en esa noticia se presentaba la modificación como similar a la que ya funciona en el PSOE o una más restrictiva, cuentan, que se sigue en el PP. Supongo, además, que no serán ajenos otros partidos a ese afán disciplinario tan en boga y que resulta una de las principales razones para que nunca se me haya pasado por la cabeza entrar a formar parte de una formación política.

¿Prohibirme opinar o sancionarme si es en contrario a lo que marcan los órganos de gobierno?, ¿no soy ante todo persona individual con criterio como para determinar qué comparto y qué no con la opinión mayoritaria? Precisamente las democracias se basan en el debate, la pluralidad, y esto, que debe hacerse en clave interna, tampoco impide que quienes militan puedan expresarlo públicamente sin tener que temer represalias. Y es que no entiendo que los partidos se empeñen en presentarse como monolíticos, empeñados en establecer una única opinión, cuando la realidad no es esa y en cada partido conviven muchas formas de entender la realidad. Si se quiere convencer a futuros votantes no se va a hacer desde algo tan irreal como un bloque sin disensiones, que es algo que no existe en la realidad, y la gente quiere autocrítica, sentir que el la disciplina no busca solo silenciar, alimentarse de gregarismos y obediencias.

Otra cosa sería que los militantes atacaran, buscaran la polémica o la descalificación solo por intereses personales. Se supone que quienes militan en un partido comparten unas ideas principales y ese es pegamento suficiente para acceder a la militancia, pero si el papel es de callarse, mantener una imagen pública de unidad que no se corresponde con la realidad, entiendo que debería poder expresar sus desacuerdos con la autoridad que da la libertad personal y sabiendo que se expresa como individuo y no como partido.

Estas disciplinas se dan en otros ámbitos, no lo dudo, pero yo, por ejemplo, tengo toda la libertad para opinar sobre aspectos de mi trabajo que pueden ser no compartidos por mis compañeros pero que ni buscan la descalificación de estos ni poner en cuestión la gestión o acuerdos mayoritarios que se hayan tomado, que son aceptados por ser los de la mayoría aunque pensemos que sean mejorables. Y la propia libertad de no manifestarme sobre ello si así lo estimo. Y eso, al parecer, y en su excesivo celo, no quiere ser admitido por los partidos citados u otros, lo que directamente excluye toda posibilidad de que me afilie alguna vez a una formación política que busca disuadir, callar, aborregar, cerrando filas no siempre con una intención confesable ni positiva.

Hay más razones, claro, pero me las guardo para otra ocasión por no extenderme demasiado.

Enlace a la noticia:

http://www.eldiario.es/politica/IU-Madrid-comentarios-contrarios-decisiones_0_194230944.html

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