miércoles, 10 de abril de 2013

"YO ERA UN TONTO Y LO QUE HE VISTO ME HA HECHO DOS TONTOS" (Página nº 1792)



Partiendo de que el texto original de Alberti navegaba en el surrealismo y es complicado saber que encerraba ese título del poemario yo siempre he tenido bien presente esta frase de forma, diríamos, más literal, quizá comola formuló originariamente Calderón de la Barca en "Las hijas del aire". De alguna manera conectada con esa otra de Sócrates tan famosa de "sólo sé que no sé nada" como paradigma de su enorme saber. Cuanto más aprendo más sé que mucho ignoro.

Éste es un pensamiento recurrente para mí porque cuanto más deseo conocer más consciente soy de que estoy lejísimos de abarcar lo que pretendo conocer porque el conocimiento se enfrenta a la realidad de forma atrevida pero descubre en el una estructura de cebolla por lo cual lo que crees poder dominar es sólo la parte más general y superficial que te obliga a profundizar y de nuevo descubres que sólo rascas, de nuevo la superficie, que la simplicidad oculta respuestas y que debes seguir quitando capas, ampliando conceptos, introduciendo variables y matices, hasta darte cuenta de que nunca verás cumplidas tus expectativas finales ni saciarás tu apetito por llegar a conseguirlo.

Sin embargo lo importante es no perder el hambre de aprender, encontrarse abierto a cualquier pulsión de aprendizaje y reconocerse doblemente tonto aún sabiendo que eso se sustenta sobre una base de conocimiento elemental cada vez más amplio que nos da instrumentos muy valiosos para la vida. Porque reconocerse tonto, en el fondo, es el punto de partida básico para acceder al verdadero aprendizaje, y en esas estamos.

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