Lanza publicaba ayer un editorial bajo el título de "El Día de la Marmota", donde se habla de la necesidad de reflexionar y actuar para que no sucedan las mismas cosas cuando viene un periodo de generosas lluvias. Y aunque hace referencia a lo sucedido en Fuencaliente, con consecuencias trágicas, deja unas líneas para nuestra localidad:
"Un caso paradigmático es el del río Azuer a su paso por las localidades de Daimiel y Manzanares, por ejemplo. Varias crecidas después, todavía se intenta controlar el agua desbordada con sacos terreros."
En realidad eso es lo que sucede. Pasa la crecida, se da por amortizada pensando que pasarán décadas para otra, se fía a que en algún momento hasta que llegue exista dinero y ganas para abordar soluciones, nada se hace y a vuelta de los años nos enfrentamos a situaciones semejantes a las vividas. Lo que ocurre es que ahora, entre una y otra, no han pasado tres décadas sino tres años y quitando un dique para proteger las instalaciones municipales y un monolito para recordar la ya penúltima crecida siguen sin abordarse los verdaderos problemas que para Daimiel ocasiona el desbordamiento del Azuer.
Y que conste que nuestra ciudad sabe muy bien las consecuencias de esos desbordamientos, que pese a ser ocasionales existe memoria de lo sucedido como para que ya se hubieran acometido hace muchísimos años medidas eficaces. Pero, erre que erre, y como en otros muchos sitios, el tiempo discurre sin fructificar en nada concreto y cuando llega el agua nos toca tirar de improvisación y urgencia, que no es la mejor manera pero sí, en esos momentos, la única.
Por cierto, el otro día me comentaba alguien que el puente del Azuer cortado ahora al tráfico, el del paseo del río, había tenido hace años 6 ojos y que alguien decidió cegar algunos de ellos. Yo no lo recuerdo bien, la verdad, pero si fuera cierto habría que preguntarse por la cortedad de quien tomó la decisión viendo como ahora hay que abrir esa zanja en la calzada como aliviadero cuando, es posible, que de haber estado esos seis ojos lo mismo no hubiera hecho falta acometer esa acción. Quizá alguien que lea esto pueda confirmar la veracidad de ese dato de la media docena de ojos que poseía ese puente porque cuando hablamos de ese "día de la marmota" demostraría que no sólo no se hace mucho sino que se desanda parte de lo hecho, que se infravalora la capacidad del Azuer y se pone en riesgo así a la población pues una avenida superior a las vividas en los últimos años puede ser posible y sólo una buena planificación prospectiva y una serie de infraestructura podrían evitar o minimizar sus consecuencias.
Pero nos gusta encastillarnos en la improvisación, o como dice J.M.Izquierdo en ese artículo de Lanza:
"Tiene el ser humano tendencia al riesgo desde su inconsciencia y es proclive a construir cerca de los ríos, de las lagunas, de las playas, en sitios donde los peligros son mayores, aunque estos solo vengan de higos a brevas, pero que acaban llegando."
Ese no es el camino porque los lamentos siempre llegan tarde, cuando no caben las verdaderas soluciones. Y no queremos más Días de la Marmota.
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