Independientemente del contenido de la nueva reforma electoral, que aún habrá que analizar con detalle, lo cierto es que frente a una mayoría que de boquilla pide que leyes como las de educación sean consensuadas y carentes de la ideología del gobierno de turno, los políticos en el poder nos responden con leyes ideologizantes sacadas a golpe de rodillo político y con el certificado de caducidad fijado en el siguiente cambio de gobierno. Y van siete reformas, a cada cual peleando por ser la más infame, creada a golpe de ocurrencia e ignorando, como siempre, a quienes conocen mejor el tema.
¿El lógico que en tres décadas se lleven siete leyes orgánicas consistentes en cambiar drásticamente la anterior?, ¿que en nueve años llevemos tres con la anunciada hoy?, ¿que tengamos que estar sometidos al vaivén alternante y su concepción ideologizada de la educación cuando ésta debe ser, por antonomasia, desideologizante y quitarse de una puñetera vez esa sensación de estar al servicio de un interés político determinado?
Esta sucesión de leyes, entre otras muchas cosas, es la causante de un sistema educativo fallido, "fracasativo", incapaz de sustraerse a la deriva partidista y ahogado por la inestabilidad y el afán proselitista.
La verdad es que esta entrada se iba a llamar "¡Hasta los cojones!", que es la sensación que resumen la indignación y el estupor de muchas personas que padecen desde hace treinta años los partos educativos desconsensuados y sin respaldo mayoritario, ni político ni social, y que tienen la educación, repito, además de otros factores importantes y que nos meten a todos en la responsabilidad, hecha unos zorros.
Insisto. Cualquier mente lúcida apela a que la educación quede fuera de la batalla política, del deseo ideologizante habitual. Pero ocurre siempre lo mismo, los partidos, éste, aquel, cuales sea, se emperran en arruinar cualquier intento y dejar su propio sello inconfundible, así que hasta dentro de cuatro, ocho años, en el que otra mente obtusa y con carnet facture otra ley educativa a golpe de rodillo o, en el mejor de los casos, apoyada por una minoría que nuevamente le colque su propia fecha de caducidad.
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Y el ministro de Cultura, ese que apoyó la Ley "Atntipiratería" de la socialista Sinde, ahora le dice a los padres que no se quejen de los precios de la vuelta al cole y se bajen los libros de internet. Con dos cojones.
ResponderEliminarUno ya no sabe si son unos cínicos de campeonato o sencillamente tontos de pedir...