La crisis no termina en un glosario de cifras macroeconómicas. Desgraciadamente eso es casi la paja de la tragedia que, cada vez más intensa, afecta a un mayor número de personas, algunas de las cuales terminan perdiéndolo todo. Y no es que no tengan responsabilidad propia en lo sucedido, tampoco nos engañemos, pero se ha de reconocer que era sencillo caer en la trampa de un sistema podrido que cebaba de dinero fácil la tentación de adquirir un bien básico, como una vivienda, que de otro modo se presentaba casi inalcanzable.
Lo peor es que los inductores de toda esta situación, las entidades financieras y los políticos maniatando los órganos reguladores, han tenido la desfachatez de criminalizar a la gente con la consabida acusación de que se ha vivido por encima de las posibilidades. Una forma como otra cualquiera, aunque espúrea, de eludir su propia responsabilidad derivándolas hacia el conjunto de los ciudadanos.
Claro que quienes firmaban las hipotecas y créditos eran los ciudadanos, y que eso les hace partícipes de la situación, pero pretender cargar el peso de la responsabilidad y, cómo no, de las consecuencias en gente a la que se ofrecía alegremente productos y dinero sin el mínimo rigor, atándolos de por vida a partir de prácticas cuestionables o directamente vergonzosas para obtener un dinero con el que seguir cebando el negocio y con la mirada hacia otro lado de quienes debían velar por un sistema adecuado y sostenible me parece injusto.
Y ahora que mientras hay dinero para rescatar bancos mientras estos engullen el patrimonio de sus víctimas y los dejan en situación tan desprotegida y trágica como para que algunos de ellos opten por el suicidio cabe preguntarse que clase de deshumanización hemos alcanzado cuando se premia a los inductores, se castiga doblemente a sus víctimas y se arrebata lo último que les queda mientras cientos de miles de viviendas están vacías o sirven para otra forma de especulación perversa que va al mercado de los que ya más tienen. Porque, por más que lo quiera imaginar, no puedo saber qué puede llegar a sentir alguien cuando le quitan todo, incluida su dignidad, y apenas le dejan más espacio que precipitarse a la desesperación.
Dejo, para ilustrar, esta viñeta de Eneko, en 20minutos.es, que refleja claramente el tema del desahucio:
Vídeo grabado en 2007. No tiene desperdicio.
ResponderEliminarhttp://vimeo.com/44394416#
Vivimos con una ley de hace 100 años en tema de desahucios. Tras negarse a cambiarla el PPSOE ahora se reunen de urgencia porque se ha suicidado un familiar de un político del PP. No os creais que lo hacen por los ciudadanos si no porque la UE los ha obligado ya que ningun pais europeo deja tan desprotegida a la gente.
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