Hoy me han mandado uno de esos correos electrónicos que recomiendan boicotear los productos catalanes y que tienen su correspondencia con otros del tipo "boicot a los productos españoles". En general consisten en listados con productos de empresas con domicilio social en Catalunya y, a su lado, otras listas de marcas alternativas cuyo único motivo es el de no haber sido fabricado en aquella comunidad autónoma, y se encabeza con un llamamiento a consumir estos y desdeñar aquellos. Y la verdad es que dichos e-mails no me agradan demasiado ni hago excesivo caso de ellos.
A mí esto de los nacionalismos, del tipo que sean, de los patrioterismos ombligueros, en cualquiera de sus ámbitos local, regional o nacional, me parecen lastimosos porque casi siempre se utilizan para denigrar al resto tirando de una supuesta superioridad bastante vacua y discutible. Es más, lo he escrito otras veces, me parece de un catetismo acojonante, de un poco viajado y un cortomirismo que resultaría patético si no fuera porque es movido por gente no tan cateta pero cargada de intereses espúreos y que no dudan en estimular las vísceras palurdas para sacarles partido. Sea nacionalismo español, regional, localista, termina por reflejar esa falta de racionalidad para dejar hueco a las soberbias, las intolerancias, los desprecios, y que siempre suele ser frecuentada por gente dócil a la zanahoria del reclamo nacional-gilipollesco y fácil de exacerbar con las consignas propias del saber manipulador.
Esto me recuerda el inicio de una canción de Siniestro Total que dice "nosotros somos seres racionales... de los que toman raciones en los bares...", porque lo cierto es que el armazón proselitista es bastante estúpido y sólo caen los que están dispuestos a tragarse cualquiera de las chorradas con las que avalan su mercancía estos políticos de baja estofa. Que unos tiren de España, como un ente irrefutable y glorioso, u otros lo hagan envolviéndose en otras banderas, en parecidos o iguales términos desorbitados, agitados, eso sí, por la chusma política que sólo busca rentabilizar para sí mismos tal agitación, sólo me produce pena.
No me gusta que se diga que les robamos, que somos parásitos, que sus problemas son exclusivamente por nosotros. No me gusta porque no es cierto y aquí la gente, desde siglos, ha trabajado muy duro y en peores condiciones que en otros lugares. Pero tampoco me gusta que se ataque el trabajo de la gente de allí, también duro desde siglos, sólo porque sus necios mandatarios juegan al independentismo y preferimos creer que ya todos son iguales.
Repito, el nacionalismo me resulta tan cateto, tan apabullantemente corto de miras, tan cenutrio, que sólo me provoca lástima y, eso sí, cierto miedo al pensar cuanto ignaro sucumbe a esta visceralidad y en cuyo nombre serían capaces de hacer cualquier barbaridad que siempre lamentaríamos.
Debiéramos preocuparnos mucho más por las personas que por las fronteras porque las primeras son reales y las segundas no dejan de ser un formalismo eventual al que concedemos una importancia que, a mi juicio, no tiene, y que sólo busca segregar, enfrentar, herir, cas siempre desde el engaño y la mentira.
*
El nacionalismo es una herramienta política para manipular a gente con escasa cultura. Luego los hay que con cultura y muy leídos han tomado el nacionalismo como un valor a defender, lo cual es bastante triste.
ResponderEliminar
ResponderEliminarNo puedo estar totalmente de acuerdo contigo, aunque si en lo básico, principal y general, pero NO en lo local o localista, ya que cuando se hacen campañas (pocas y solo por internet) para que la gente consuma y compre en las tiendas de su barrio, en los comercios de su localidad, etc., con ello se consigue en definitiva que la economía local se vea beneficiada y a la vez se revierta en la localidad con un beneficio para todos, tanto económicamente como para el empleo, ya que al comprar en tu localidad estas intentando mantener a ese pequeño negocio. Si a ese pequeño negocio le va bien, e igualmente compra sus productos y sus compras en otros comercios de la localidad, generando así cada vez más y más riqueza y bienestar local, ya que al irles bien a las pequeñas tiendas, a los comercios, a las pequeñas empresas locales, etc., generan aumento de empleos, y así sucesivamente, y con ello no estas pidiendo que se le haga ningún boicot a ningún producto de fuera de la localidad, aunque si indirectamente.
E igualmente lo podríamos pensar en hacer con los productos hechos en La Mancha, ya que igualmente dicho consumo repercutiría sobre todos los manchegos, generando riqueza, bienestar, creación de negocios, empleos, empresas, etc.
Como verás, no puedo estar totalmente de acuerdo contigo, ya que depende del punto de vista desde el que lo mires.
Estoy a favor del boicot, pues NO.
Estoy a favor del consumo local, pues SI.
Estoy a favor del consumo regional, pues SI.
Y yo estoy de acuerdo contigo. Me parece muy bien la promoción de lo local pero hablo de ese otro aspecto del localismo donde se sobredimensiona lo propio también de manera cateta como nacionalismos a pequeña escala.
EliminarLa promoción de los valores propios, con criterio, me parece no sólo bueno sino necesario pero no era el sentido, ese, al que me refería sino cuando se quiere hacer un uso interesado y perverso de los valores locales desvirtuándolos.
Yo hace tiempo que hago boicot a todo lo catalán. Dede luego lo voy a seguir haciendo y espero que muchos más se unan.
ResponderEliminarEsa forma de pensar es muy minoritaria (por no decir residual) y no va a ir creciendo el numero de boicoteadores. No parece nerviosa a Cataluña en ese sentido.
EliminarCuidado con los nacionalismos, regionalismos y localismos que nos podemos comer todos los quesos manchegos, todos lo melones, beber todo el vino y hasta los zumos de D. Simón o las palas de Vestas.
ResponderEliminarA veces corremos el peligro de mirarnos en exceso el ombligo y olvidarnos de lo importante.
O ya se nos ha olvidado cuántos daimieleños tuvieron y tienen que salir a Madrid, Valencia o Cataluña porque su Daimjiel querido no es capaz de darles todo lo que precisan.
CUIDADO que por defender lo nuestro podemos caer en la estulticia.