Aparece en Lanza este artículo de opinión de Mariano Velasco Lizcano, doctor en CC. Políticas y Sociología y Experto Universitario en Educación Ambiental, además de Presidente de AEDA 23. Creo que tiene toda la razón y por eso, porque introduce sentido común y razón, lo dejo aquí:
"En estos últimos días no dejan de sorprendernos las noticias de la continua aparición de nuevos “ojos” en el río Guadiana. Primero fueron unos charcos en el Molino de Zuacorta, allá por el pasado mes de enero, y ahora, unos meses después, otros dos “ojillos” aparecen en el paraje del Rincón, a tan sólo dos kilómetros del lugar donde históricamente se situaban los “Ojos del Guadiana”, aquellos que dieron pie para que Don Víctor de la Serna pudiera escribir que “el Guadiana tiene los ojos verdes, efectivamente”.
Así que resuenan eufóricas las declaraciones de alcaldes, concejales, regantes y otros voceros, haciéndose eco de la extraordinaria situación. Y ello en un año que no se está caracterizando, precisamente, por su excepcionalidad en aportaciones pluviométricas, aunque sí lo fueran los dos últimos del periodo anterior.
Parece, pues, que el problema hídrico del Alto Guadiana está casi superado, y por tanto carece de objeto seguir manteniendo medidas administrativas tan drásticas como las declaraciones de sobreexplotación de los acuíferos 23 y 24, con sus respectivos Planes de Ordenación y por supuesto los no menos tendenciosos Regímenes de Explotación que tanto “limitan” la agricultura comarcal.
Y buena prueba de ello son las consiguientes declaraciones políticas vertidas por nuestros dirigentes autonómicos en torno a la cuestión. Así, la Consejera de Agricultura solicita a la Confederación Hidrográfica del Guadiana la resolución urgente, esto es, la legalización de los casi ocho mil expedientes de agricultores que han solicitado la regularización de sus pozos a través del Plan Especial del Alto Guadiana; un Plan que apenas unos días después el propio Delegado de la Junta en Ciudad Real ha calificado como de no prioritario para el Gobierno de Castilla-La Mancha, afirmación avalada por la falta de las partidas correspondientes en los Presupuestos, tanto nacionales como autonómicos, para el mencionado Plan Especial.
¡Enhorabuena! ¡Fenomenal! Que toquen a rebato las campanas en La Mancha porque al fin, y tan sólo con la ayuda de la Naturaleza y de Dios, hemos conseguido resolver el problema que hace tan sólo unos años amenazaba con convertir a esta tierra en una prolongación del desierto almeriense, un páramo incapaz de mantener la agricultura, los espacios naturales, ni nada de todo aquello que tradicionalmente nos conformó haciendo que llegáramos a ser lo que somos en el momento actual.
Qué pena que existan agoreros que se empeñen en agriar tan magnífico festín ¡Si es que no tenían ni que existir! Porque, a ver, qué coño pintan esos técnicos del IGME, del CSIC y de la UCLM diciendo en sus informes que la aparición de esos nuevos “ojos” ha podido verse favorecida por los descensos topográficos que ha sufrido el lecho del río como consecuencia de la extracción de turba o materiales terrígenos, lo que ha tenido como consecuencia una ocasional intersección con el freático no habitual en los años ochenta. O asegurando que la situación actual se debe a un hecho coyuntural al coincidir en el tiempo el mantenimiento de cierta recarga como consecuencia del último periodo húmedo, con la disminución de bombeos; en definitiva, diciendo que al acuífero 23 aún le faltan casi mil millones de metros cúbicos para su llenado según los niveles piezométricos que se miden en Daimiel, y que esos niveles descenderán rápidamente si continúa la falta de precipitaciones de los últimos meses y si como se prevé, con el inicio primaveral se comienza a regar.
Y es que la realidad es la realidad, y esta no tiene más que un color: el de que sin ordenación oficial y una correcta gestión del acuífero pronto estaremos en la misma situación de veinte años atrás, por más favorables que resulten las coyunturales condiciones del momento actual.
Sería el tiempo, pues, de aprovechar los beneficios que propicia el contexto presente, aplicando la única medida de gestión consensuada y aprobada en el correspondiente marco legal, el Plan Especial del Alto Guadiana (PEAG), modificándolo, claro que sí, en lo que convenga, adaptándolo a las adversas condiciones económicas, mejorándolo en lo que proceda. Pero nunca debería tirarse por la borda la autentica oportunidad que el PEAG y la situación coyuntural nos están brindando para hacer compatible, de una vez por todas y definitivamente, nuestra agricultura comarcal con el mantenimiento y conservación de nuestro exclusivo, magnífico y único patrimonio natural ¡Que Dios reparta sabiduría, porque desde luego, y al paso que llevamos, la vamos a necesitar!"
Mucho me temo que el PEAG tien los días contados si no está finiquitado ya.
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminarSi la Administración incumple yo también.
Si no ponen en marcha la reforestación de las tierras que vendimons el agua al PEAG, basado en este plan de reforestación , vamos a empezar a regar con o sin derechos.
Basta ya de abusos.
REFORESTACIÓN YA.