Cuando este curso trabajaba los números romanos con mis alumnos, en las ocasiones que hacíamos una corrección oral de los ejercicios, ellos nombraban las letras necesarias para expresar tal número aunque, idefectiblemente, al llegar a la I siempre decían "palito" para luego añadir, viendo mi gesto, "bueno, i". Por eso, y claro, por la necesidad de buscar una rima a lo "mecagüendiez", no me extrañó ese cántico torpón de algunos de los jóvenes que han asistido, casi extasiados, a la Jornada Mundial de la Juventud:
La verdad es que esto de los pareados cantados da mucho juego, ese "somos adictos a Benedicto" o "ese Papa como mola, se merece una ola" no tienen desperdicio.
A mí, desde la distancia y el descreimiento, me llama la atención ese entusiasmo por un individuo tan poco carismático, pero me recuerda a aquella convivencias juveniles, a las que nunca asistí, que me devolvían a los amigos casi tocados por el éxtasis, abducidos por un bien universal que apenas un par de días después se había diluido completamente. Ellos, desde luego, parecen muy felices con su equis-uve-palito y su ola y, quizá por eso, por ver tanta felicidad, hasta sea bueno estas jornadas, incluso aceptables esas rimas tontonas para la ocasión.
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