¿HAY QUE HACER CASO DE LAS ENCUESTAS? (Página nº 3673)

Estamos en pre-campaña y los medios andan publicando encuestas de intención de voto por todos lados, eso sí, precocinadas, que aquí no se da puntada sin hilo. Hay gente que me pregunta, preocupados por el posible sorpasso y los temores que eso parece plantearles. Otros por la aparente subida en escaños del PP y la nada descartable opción de una alianza PP-Ciudadanos cerca de la mayoría absoluta. Pero mi opinión es siempre la misma, no hay otra encuesta más fiel que la de la jornada electoral y por tanto lo demás son fuegos de artificio lanzados para atraer o cambiar el voto, para intentar subir al carro de mayorías a los que están dudosos y poner piedrecitas en el camino de los partidos menos deseados para cada medio. Y todo adornado con noticias de todo tipo, mejor sacadas de contexto, que adoben el ambiente para tratar de condicionar la votación.

 

Las encuestas solo tienen una parte positiva, la que mejora las cuentas de las empresas de opinión. Lo demás, me vais a perdonar pero es mi opinión, solo sirve para intentar atraer lectores, oyentes o televidentes y, como ya he dicho, para intentar influir desde los medios, y por las empresas que los sustentan, buscando el mejor escenario a sus propios intereses, y da igual que lo hagan desde la derecha o desde la izquierda.

 

No digo que no vayan a conseguir convencer a cientos o miles de votantes que puedan verse influidos por sus encuestas o noticias pero, a estas alturas, si alguien cree que con su solo voto está haciendo cambiar las cosas solo me queda felicitarle por su ingenuidad. La mayoría ya sabe lo que va a votar, si es que vota, aunque muchos más que convicción hayan elegido el método de descarte, y por eso pocos cambios van a producirse, aunque el más audaz lo persigue esa unión de Podemos e IU cuyos resultados estarán por ver.

 

Sin embargo, nada seguramente va a cambiar, algo que hasta las encuestas vienen a decir por unanimidad, y el problema seguirá siendo el mismo, la falta de generosidad de los partidos y la prevalencia de los intereses particulares de estos sobre los generales. Y entonces sabremos si la encuesta infalible de las urnas habrá servido para algo.

 

 

 

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