miércoles, 13 de enero de 2016

EL HOMBRE ES EL SER MÁS ESTÚPIDO DEL PLANETA (Página nº 3434)

Ya sé que solemos decir, reiteradamente, una frase parecida formalmente pero bien distinta, que el hombre (y la mujer) es el ser más inteligente de nuestro planeta, en virtud de una facultad como es la inteligencia y que, en principio, nos sitúa en esa parte de la escala más alta. La capacidad de discernir, de dar distintas respuestas y soluciones, nos hace contemplarnos como seres superiores, pero eso tampoco significa otra cosa que convertirse en virtud siempre que el uso que hagamos de dicha cualidad sea acertada y utilizando un razonamiento lógico cabe afirmar que cuando no hacemos ese uso adecuado de la inteligencia erramos y, por tanto esa misma capacidad intelectual nos hace muy propensos al error. Si somos los seres más inteligentes del planeta a la vez somos los más estúpidos al hilo de ser los que con mayor frecuencia nos equivocamos.

He hablado muchas veces del fracaso de la inteligencia. Sucede en nuestra cotidianeidad, en nuestras relaciones sociales, nuestros trabajos, nuestros ocios. Sin embargo no dejan de ser errores individuales cuyo alcance afecta a nosotros mismos y a quienes nos rodean, y lo preocupante son todos aquellos errores colectivos que sí tienen un efecto devastador mayor. Y aquí viene a colación el título de la entrada porque si la humanidad ha sido capaz de muchos logros colectivos también puede atribuirse la responsabilidad de muchos errores y estupideces que aunque den balance favorable a lo positivo sobre lo negativo cuestionan bastante el uso de la inteligencia en todo este tiempo.

Y es por ello que prefiero poner el foco en esta parte negativa del ser humano que, a pesar de todos los conocimientos y avances que les permitirían evitar o subsanar esos grandes errores prefieren persistir en ellos. Basta ver guerras, terrorismo, desforestación, cambio climático, armamento nuclear, mayor diferencia entre ricos y pobres, extensión de esa pobreza, hambrunas, etc... que son un verdadero fracaso de la inteligencia y con el agravante de que sabríamos como resolver o minimizar estas problemáticas pero seguimos sin hacer nada. Sí, porque las soluciones estarían en manos de gente sensata, analítica, solidaria, capaces de tomar medidas de cierta efectividad como para reducir el impacto sobre los grupos humanos, pero lo que observamos es que los intereses son otros y las soluciones nunca terminan llegando.

Pero la estupidez se adiestra, lo tengo claro, y desde pequeñas decisiones diarias a movimientos sociales no organizados se reproducen conductas que son estúpidas. Cuando escucho a cientos, miles de personas en un campo de fútbol gritando el deseo de que el hijo de un rival se muera solo veo estúpidos. Cuando leo que se piden por miles los modelos de camisa que sacaba el narcotraficante mexicano recientemente detenido solo veo estúpidos. Cuando oigo que se insulta a los españoles o a los catalanes, según el bando, atribuyéndoles que les roban u otras paridas en correspondencia solo veo estúpidos. Cuando contemplo cómo en las imágenes de la tragedia del Madrid Arena, con tapones de gente donde sabes que algunas personas estaban perdiendo la vida, y alguien lanza una bengala para aumentar el pánico solo veo el acto de un estúpido. 

Sinceramente, al hilo de la realidad es admirable la cantidad de inteligencia empleada para resolver problemas de la humanidad, pero es abrumadora la sensación de la cantidad de estupidez que somos capaces de desarrollar, incomparablemente mayor que la de cualquier otra especie viva.


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1 comentario:

  1. Hay momentos en que la estupidez se impone a la inteligencia globalmente hablando

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