EL ADIÓS DE CRISTINA MAESTRE (Página nº 2595)

Entró en la política de la mano de su primo alcalde que, es de suponer, sabría de su potencial para incorporarla a su candidatura. De ella se desconocía entonces, que no digo que no la tuviera, cualquier actividad política anterior y, guste o no, parecía provenir de esa necesidad de cubrir cupo femenino que todavía hace dos años costaba a los partidos.

Doce años después anuncia que deja la política local de primera línea y desde luego hay que reconocerle las tablas cogidas durante esa trayectoria. Cristina, ya lo dije en algunas entradas de Diario Improbable, me parece un "animal político", alguien que ha encajado perfectamente en la dinámica de los partidos aunque, también se lo he criticado, agarrada siempre al argumentario oficial y sin salirse un pizca, lo que garantiza desde luego seguir en la pomada.

A nivel local, por centrarnos, ha seguido ese trayecto secuencial de aparición-apogeo-caída, pues de la grisura de sus primeras apariciones terminó siendo la cabeza visible y omnímoda del PSOE daimieleño antes de conocer y ser responsable del derrumbe electoral más espectacular de votos de su partido. Y eso es lo que más se recordará, seguramente, porque fue tomando enorme peso y relevancia en la agrupación local pero también en los equipos de gobierno en los que participó y eso terminó por dejar toda la capacidad de decisión en sus manos. Así hizo una lista electoral a su antojo y un programa electoral tan desorbitado que casi no había quien se lo pudiera creer, y eso, añadido al efecto Zapatero, terminó por llevarla a conseguir los peores resultados del PSOE local en décadas y a perder una alcaldía ostentada durante veinte años. Eso sí, buena superviviente, apenas tuvo efectos para su trayectoria política personal.

De este episodio conviene valorar que no huyese a las primeras de cambio y haya permanecido en su cargo de concejal durante la legislatura, sabiendo que esa obligación, además, la dejaba como centro de los ataques del resto de partidos que veían en ella la única cara visible de quienes gobernaron antes ya que sus compañeros venían a ser unos recién llegados. Y es que Cristina los tiene bien puestos, y perdonarme la expresión, y ha ido creciendo en el debate político. De todos los concejales actuales, sin dudarlo, es la de una oratoria más suelta, con mejor dominio de la situación, con ese punto incisivo que a veces le juega en contra pero que no se esconde.

Su problema, creo yo, es el tono, la propensión a una forma beligerante y agria de ataque que no la hace simpática, o por qué no decirlo, que la hace antipática a mucha gente, que le resta votos fuera del espectro ideológico más próximo. Y la vulnerabilidad de su responsabilidad política pasada, que siempre dará abundante munición al resto de partidos.

Anuncia que se va. Era lo lógico vistos sus resultados. Ella ya está para mandar o para irse, y el mando no ha sabido gestionarlo vistos resultados electorales, huidas de compañeros de lista, desaparición de otros incluso antes de tomar posesión o mala elección de otros integrantes. Ha elegido irse y debería hacerlo sin intentar tutelar el futuro del PSOE local desvinculándose por completo. Los plenos, para bien o para mal, no serán iguales porque ella nunca pasaba desapercibida ni permitía un pleno plácido a los populares.

Es Cristina Maestre, con sus luces y sombras, y cuando intentemos recordar nombres de concejales que han pasado por el Ayuntamiento seguro que ella será de las que falten en pocas listas mentales de los daimieleños.

A mí me han acusado en Diario Improbable, e incluso en este blog actual, de estar obsesionado con ella, de odiarla, de hacer campaña contra su persona. No es cierto, simplemente y reconociendo algunas de sus virtudes nunca he simpatizado con sus maneras, con ese tono que comento, con esa falta de argumentos propios porque siempre quedaba agarrada al argumentario de partido. Jamás hemos hablado, todo lo más un saludo al paso. No la conozco como persona ni creo que la vida nos lleve a hacerlo y solo he tratado su faceta política. Cada vez ha ido apareciendo menos en este blog y posiblemente aparecerá pocas veces más. Se va y me parece perfecto su anuncio. Doce años son muchos años de tarea política local y creo que solo Leo, Lola y Fernando quedan de aquel momento.

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