LA FORMACIÓN DEL PROFESORADO (Pag. nº 2613)

Es muy fácil asociar fracaso escolar a la formación del profesorado o soltar tópicos como que magisterio queda para los peores estudiantes, pero es desconocer la realidad o quedarse con lo parcial para elevarlo a categoría. Yo, que he conocido a varios centenares de compañeros he encontrado de todo, desde expedientes magníficos a otros que nunca destacaron especialmente, desde compañeros que no han cesado de formarse académicamente hasta otros que han preferido hacerlo de forma autodidacta, pero nunca han vivido su trabajo desde esa idea de un trabajo sin alma. Y en todos los casos nunca han sido ellos responsables de los sistemas de formación vigentes cuando estudiaban y de las contradicciones que estos sistemas ofrecían. Lo que sí ocurre es que no se les ha dado verdaderas herramientas para mejorar su trabajo ni medios efectivos de hacerlo y a veces se encuentran, nos encontramos, con situaciones que cuesta gestionar.

Pongo un ejemplo: aún cuesta relegar esa vieja idea de "cada maestrillo tiene su librillo" en una época donde el trabajo corporativo, la coordinación efectiva, está en el espíritu del trabajo docente. Y esto no es solo decir que programamos en equipo sino que afecta al diseño de estrategias, modelos, temarios, agrupamientos y todo lo que tiene que ver con una opción de crear un modelo educativo para nuestros alumnos, algo que por cierto no es estimulado por un sistema cada vez más restrictivo y controlador. La formación nunca ha planteado modelos reales para ahondar en este tipo de estrategias colaborativas y de cooperación y esto no es achacable al profesorado pero sí al concepto con el que se planifican los planes de estudios.

Pero no quiero esculpar yo de responsabilidad, en lo que toca, a los docentes sino situarla en su justa medida porque otra cosa es irresponsable y cómodo. Hay demasiados elementos distorsionadores para explicar el fracaso escolar y si solo nos conformamos con atribuírselo al docente y al cambio de una ley con perfil político por otra estaremos al comienzo del enésimo fracaso porque no habrán detectado el verdadero origen de todos los males que afectan a la educación. Y desde luego nada se va a solucionar si se sigue legislando de espaldas a quienes sí conocen la problemática real de la enseñanza y el aprendizaje. Treinta años lo demuestran.

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