domingo, 18 de mayo de 2014

DESCUBRIENDO ATLÉTICOS (Página nº 2536)

Hace justo un año, el 18 de mayo de 2013, escribía lo siguiente:

"Me vais a perdonar el desahogo de forofismo pero uno no se lleva demasiadas alegrías para el cuerpo con este Atleti de mis pecados, aunque los últimos años tengamos un poker de títulos que celebrar. Y como no sé cuando me veré en otra pues quiero desde aquí expresar mi alegría por esta Copa del Rey donde todo ha salido bien."


Bueno, pues 365 días después ya nos hemos visto en otra y los seguidores del Atlético de Madrid hemos podido celebrar, cada cual a su manera, un nuevo título, esa décima liga que nunca como ahora parecía tan difícil y por eso nos parece aún mejor. Y como no podía ser de otra manera con el corazón atizado por el sufrimiento, tan cerca de ganarla como de echarla a perder, algo tan unido a este equipo que en el fondo siempre estamos abiertos a cualquier circunstancia.

Pero legitimado el triunfo, amarrado el campeonato, descubro que tras seis trofeos en los últimos cuatro años sigo descubriendo atléticos, personas hasta próximas que habían llevado con discreción esa condición colchonera quizá porque desde el 96 la travesía por el desierto había sido tan dura que resultaba difícil sobreponerse a ella. Atléticos no de camiseta y fuente, gente muy común que ayer paseaban una sonrisa de oreja a oreja como si hubieran estado aguardando este momento por décadas.

Mi primer partido en el Manzanares, ya lo he contado, fue un Atlético de Madrid-Barcelona en la última jornada de liga. El título sería para el que ganase de ese duelo salvo que cerraran el partido con un empate y ganara el Valencia. Así fue, el empate final a 1 se llevó el triunfo liguero a tierras valencianas y entonces aprendí a vivir con el sentimiento atlético y, a la vez, con esa condición sufriente que nos aboca hasta el último segundo sin saber aún si saldremos ganadores o derrotados. Y tanto es así que ayer, durante muchos ratos, dejé de ver el partido abrumado por los nervios, yo, que soy por lo general un tipo bastante tranquilo y desapasionado.

Por eso, quizás, ayer me era más fácil descubrir atléticos tras esa sonrisa, porque en el fondo se sentía tras ellas el desahogo de muchos sufrimientos, de mucho nervio acumulado, de mucho sueño perseguido, y el orgullo de lograrlo en la peor de las condiciones posibles, ¡como debe de ser!, ¡¡¡como siempre ha sido!!!



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