miércoles, 28 de mayo de 2014

¿CASOS AISLADOS? NO, GRACIAS (Página nº 2553)

Cada vez que surge un caso de corrupción, cada vez que una sentencia termina determinando a un político corrupto, suelen surgir las voces que para minimizar la cuestión alertan de que se trata de casos aislados y de que los políticos, en su inmensa mayoría, son gentes muy decentes. Por supuesto que quienes esto dicen suelen ser, claro está, compañeros de fila con interés en desmarcarse y ponerse de inmediato en el grupo numerosos de los ejemplares y virtuosos, y tratar al "neoapestado" como un individuo indecente que incluso ha sido capaz de engañarlos a ellos con sus sucias maniobras.

Lo cierto y verdad, sin embargo, es que los casos de corrupción, vía imputaciones o condenas firmes, son mucho más numerosas de lo que parecen y esto de los casos aislados suena más a autoprotección que a realidad con los números en la mano.

Pero aún admitiendo que fueran casos aislados, que lo dudo, el hecho de apostillar continuamente esta puntualización solo sirve para relativizar y quitar verdadera gravedad al acto mismo de ese corrupto y de paso no establecer sistemas para atajar cualquier atisbo de corrupción futuro. Se parte de ese buenismo estúpido que considera a todos ejemplares, como si no hubiese historia reciente, casuística clara, de que no es así, y los gobiernos, como los partidos, relajan sus controles hasta que salta la liebre, ponen carita de sorpresa y nos regalan el enésimo "son casos aislados, la gran mayoría son honestos" que ya suena a cachondeo y tapadera. No son casos aislados, serán pocos pero de una gravedad superlativa que va, primero de todos, contra la imagen de los propios políticos y que propician un deterioro de la confianza hacia los gestores públicos. Y por ello no vale la tonta excusa, y menos cuando hasta la definitiva sentencia lo que han mostrado ha sido respaldo, apoyo, corporativismo, incluso atacando a medios o poniendo en tela de juicio a policías, fiscales y jueces, en vez de mostrarse desde el primer segundo de la imputación fiscalizadores con el presunto corrupto.

Lo vemos tan a menudo que dan verdadera grima. Hablan de campañas contra el partido, de persecuciones, de montajes, y cuando al final del proceso termina siendo condenado se hacen los tontos y engañados, fuerzan el abandono del escaño o el puesto como si eso eliminara todo resto sobre su actitud y lo repudian como si nunca hubiera sido uno de los suyos.

Pero eso, a mi juicio, también es corrupción, que me suena a aquello tan peliculero de que "tienes todo mi respaldo pero si te pillan diré que no te conozco", y ya está bien de hacerse de nuevas cuando los partidos, como las administraciones gobernadas, no parecen extremar los controles para atajar cualquier sospecha de corrupción ni cuando ya se han disparado las alarmas, y eso ya no es achacable al corrupto ni puede olvidarse con una frasecita del tipo "es un caso aislado" porque se puede ser corrupto por acción pero, indudablemente, por omisión.

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1 comentario:

  1. Mira Blasco, expulsado del PSOE por sospechar corrupciones y recogido por el PP para ser un corrupto sentenciado. Eso es lo que hacen los partidos por perseguir corruptos en sus filas, ficharlos. Y luego se sorprenden de que las gentes los tenga a todos por igual de chorizos.

    http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/05/28/valencia/1401270994_020469.html

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