El indulto era una medida de gracia establecida para poder corregir aquellas situaciones en las que la lentitud de la justicia o su efecto podía terminar creando una injusticia. Pero dado que los políticos, sean los que sean, enseguida le cogen el gusto a todo aquello que pueden utilizar discrecionalmente a su favor pues ete aquí que no conformes con controlar el poder ejecutivo, el legislativo y, de facto, el judicial, también se apropian de la capacidad para enmendar las condenas utilizando los indultos de forma mucho más que discutible, en ocasiones sumando otra capa más de blindaje a sí mismos.
Porque es sabido que el sistema judicial español destaca, sobre todo, por el garantismo, de forma que solo serán condenados aquellos sobre los que pesen pruebas irrefutables de sus delitos, y por lo tanto si esto es así no se entiende que, solo con criterios políticos, los gobernantes vengan a enmendar la plana a los juristas, incluso aceptando que en algunos casos el indulto sí podría estar justificado.
Sin embargo, como del uso al abuso hay poco trecho, la democracia española ha firmado ya miles de indultos en sus escasas cuatro décadas y aunque la mayoría no trascienden hay un ramillete amplio de casos que han escandalizado al personal, bien porque beneficiaban claramente a políticos corruptos o a los llamados delincuentes de cuello blanco, o porque nada parecía justificar la decisión ante delitos absolutamente infames como el del conductor suicida para ser merecedor de tal medida de gracia.
Así que hemos llegado a esta otra versión de la democracia hispánica que junto a la partitocracia o la corruptocracia reinantes plantea la indultocracia, perversiones todas ellas de una mala interpretación del concepto democrático y que los políticos lideran en cada una de esas versiones.
Ahora esperan nuevos beneficiarios, como el alcalde de Torrevieja Hernández Mateo, el multiagraciado Carlos Fabra, y los que se le vayan ocurriendo a la clase política en virtud de sus intereses personales, porque para eso utilizan el poder, para llegar más lejos de lo que una democracia decente aceptaría concederles. Y si ahora son los del PP antes lo hicieron los del PSOE y antes los de UCD, y dudo mucho, desgraciadamente, de que otros partidos se sustrajeran a la tentación si tuvieran en su mano utilizar los indultos a discreción.
Y no crean, mi opinión no es de ahora, y ya en abril del año pasado me posicionaba claramente:
Y si no me remonto a más es porque el Diario Improbable, que escribí durante más de cuatro años, no está disponible por decisión unilateral de la empresa que ha eliminado el acceso, aunque recuerdo perfectamente alguna entrada escrita al efecto.
Vamos de miseria en miseria, y esta nueva variante de democracia bajo mínimos, "la indultocracia" no es ni siquiera la más abominable de las versiones pero sí un síntoma más de la degeneración democrática que soportamos. Y es que el mal uso de esa medida de gracia es otra más de las corrupciones infringidas al sistema.
La empresa de la piscina cubierta se quiere ir
ResponderEliminarMira la clase de indultos que se dan:
ResponderEliminarhttp://jmoraf.blogspot.com.es/2013/11/el-consejo-de-ministros-indulta-un.html?m=1
No a los indultos a politicos
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